En el Metropolitano, de Barranquilla, y en el Atanasio Girardot, de Medellín, se ha escuchado el cántico de “fuera Petro”, que cada día toma más fuerza. | Foto: esteban vega la-rotta-semana
El presidente Gustavo Petro hizo reminiscencia a los años noventa cuando en las plazas de toros se aceptaba o no la gestión de un político de aquella época. La Santamaría fue en su momento un termómetro implacable para medir la opinión de la ciudadanía sobre diferentes personas que ostentaban cargos de elección popular.
Por Semana
En aquella década, cuando no existían las redes sociales y los celulares hasta ahora llegaban a Colombia con un costo cercano al millón de pesos, muchos políticos no se atrevían a asomarse a la plaza de la carrera 6 con calle 26 en Bogotá por temor a un chiflido masivo.
Presidentes de la época lo pensaban más de dos veces para asistir a una corrida de toros, pues, si los asistentes consideraban que su gestión no era buena, hacían sentir su inconformismo con una silbatina, eso sí, sin escuchar groserías ni insultos por parte de taurinos de todas las condiciones sociales.
A diferencia de España, donde los aficionados dejaban la bota con el vino para los remates de la corrida, en Colombia los taurinos siempre se tomaban unos tragos antes de entrar a la plaza y eso les daba un poco de valentía para desahogarse contra los poderosos políticos que llegaban a la barrera a fin de ver los carteles de lujo con César Rincón a la cabeza y afamados toreros españoles.
El exalcalde de Bogotá Samuel Moreno fue uno de los últimos políticos que recibió una fuerte rechifla y jamás volvió a los toros. Esa experiencia llevó a que expresidentes, congresistas, magistrados, grupos económicos e, incluso, un reconocido periodista radial se alejaran de la fiesta brava porque el termómetro no fallaba.Más de tres décadas después es lo que le está pasando al presidente Gustavo Petro, pero en unos escenarios y en un deporte que llega a toda Colombia: los estadios de fútbol.
No cabe duda de que las épocas cambian y la gente no traga entero, por lo que es natural una furiosa reacción ante las coyunturas del país. Lo cierto es que jamás un estadio de fútbol había sido protagonista por las rechiflas de los aficionados de manera unánime contra un presidente de Colombia y más aún sin estar presente.
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