Tras 25 años de chavismo, en el país suramericano, que fuera uno de los más ricos de la región, vive una crisis económica que alcanzó los tres dígitos entre 2017 y 2021 y una grave crisis humanitaria motivada por el colapso de los sistemas hidroeléctrico, educativo y de salud; así como un estado de caos político e institucional, con todos los poderes del Estado controlados por el régimen.
“En Venezuela hay una cantidad de condiciones que te dicen que el área de la libertad, del respeto a los derechos, de tener quien defienda tus derechos, no existe. El Tribunal Supremo de Justicia, el Poder Moral y el Poder Electoral están sometidos totalmente a los deseos de Nicolás Maduro. El señor gobierna con sólo abrir la boca”, expresa el doctor en Ciencias Políticas, José Vicente Carrasquero, profesor universitario y experto en campañas electorales y opinión pública, en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.
Esta cooptación de las instituciones menciona, comenzó a partir del año 2002 con Chávez (fallecido en 2013), quien con la abstención de la oposición venezolana en las elecciones legislativas de 2005, se hizo con una amplia mayoría en la Asamblea Nacional (AN), “sometida a sus designios”, lo que le permitió “ir creando un Estado a su medida”, donde los poderes fueran nombrados por él o el partido oficialista.
“Si algo caracterizaba a Chávez, no era precisamente ser un tipo democrático. Chávez era un tipo autoritario, que además no le gustaba que le llevaran la contraria. Y ese autoritarismo fue lo que heredó Maduro”, sostiene el experto.
Violencia de Estado
Maduro, un humilde conductor de autobús, sin estudio ni mayor preparación que la formación comunista recibida en Cuba en la década de los 80, se convirtió en 2013 en “heredero” de Chávez, quien designó su sucesor en diciembre de 2012, durante su última aparición pública, previo a un viaje a Cuba.
Tras resultar electo en abril de 2013, con unos resultados estrechos, cuestionados por la oposición, Maduro asumió formalmente las riendas de una Venezuela que comenzaba a pagar las facturas del despilfarro petrolero, dando paso a una era de “violencia de Estado”, desencadenada en las protestas antigubernamentales de 2014, y arreciadas en 2017 y 2019.
“Cada vez que había una protesta, esa protesta era reducida violentamente; una violencia inusitada, nunca vista en Venezuela, que llevó al sometimiento por la vía del miedo”, apunta Carrasquero.
A partir de 2014, indica, se introducen en el país nuevamente las torturas, las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales. “Tú no puedes llamar a eso autoritarismo, tú tienes que llamarlo como se llama: dictadura”, asevera.
En Venezuela, desde el año 2014 se han registrado más de 10.000 ejecuciones extrajudiciales, 250 asesinatos en el marco de manifestaciones y más de 1.650 casos de tortura, según la ONG Provea. Además, han sido víctimas de detenciones arbitrarias más de 15.000 ciudadanos, la mayoría de ellos, con desapariciones forzadas, teniendo actualmente alrededor de 300 presos políticos, de acuerdo con la ONG Foro Penal.
“¿Quién ha sido juzgado por haber asesinado estudiantes? ¿Quién ha sido juzgado por desaparición forzada? ¿Quién ha sido juzgado por ejecuciones extrajudiciales?”, cuestionó Carrasquero.
Terrorismo de Estado
En los últimos 10 años, Maduro ha sustentado su poder, además de en el control de las instituciones, en el “terrorismo de Estado” como mecanismo para sembrar miedo en la población, empobrecida por las erradas políticas económicas.
En un país en el que el salario mínimo no alcanza los 4 dólares al mes y la canasta básica alimentaria superaba los 523 dólares para mayo, según el centro de investigación CENDAS, los ciudadanos se volvieron dependientes de las bolsas de alimentación deficientes y de los bonos de entre 3 y 60 dólares, al cambio, que entrega mensualmente el régimen.
Ante este escenario, el chavismo implementó un “mecanismo de dominación” que obligaba a los venezolanos a brindarle apoyo. “Como a la gente la empobrezco, la pongo a depender de mí. Entonces, la gente tiene miedo de que le quiten el CLAP, la parte ‘B’ que le asignaron o la boten del trabajo porque no hay nada que lo defienda, nada que haga valer tu derecho. Tu derecho no es un derecho, sino que es un mecanismo de dominación ”, señala.
Tras la derrota electoral de 2015 en los comicios legislativos, la cúpula gobernante optó por un proceso viciado en 2018 para garantizar la reelección de Maduro, desconocido por la oposición y más de 60 países, entre ellos Estados Unidos y miembros de la Unión Europea, que reconocían al opositor Juan Guaidó como presidente interino desde enero 2019 hasta enero de 2023.
La transición
Este año, con el creciente liderazgo de María Corina Machado, electa candidata en las primarias opositoras, el régimen arreció su política represora y de persecución en contra de la dirigente, primero con su inhabilitación política y, luego, con la detención arbitraria de al menos 10 miembros del Comando de Campaña Con Venezuela.
“El régimen sabía que enfrentar a María Corina Machado era garantizarse una derrota electoral aglutinante (…) La persiguieron con la tesis de que, si ella no participa, repetían un proceso igual al del 2018, en el que la oposición mayoritaria, con capacidad de organizarse, no iba a participar”, señala.
No obstante, la oposición se mantuvo unida y logró formalizar la candidatura de Edmundo González Urrutia. Esto, continúa Carrasquero, hizo que el chavismo cayera en la “desesperación” que demuestra actualmente, con escenarios de conspiración, sabotajes y fake news promovidos desde el alto mando militar dirigidos a las Fuerzas Armadas, a la que el candidato unitario y Machado han hecho distintos llamados en apego a la Constitución. “Es una política de Estado para poner a las FFAA y, por lo tanto, junto a la violencia de parte de Maduro con el objetivo de meter miedo”, agrega.
Sin embargo, el miedo ha perdido terreno en la población venezolana, que se ha volcado a las calles en respaldo a la candidatura opositora. “Cuando la gente ve una oportunidad de cambio, apuesta por ella. La posibilidad de que verdaderamente pueda salir de esta situación hace que la gente deje de lado su miedo y apueste por mecanismos que le puedan llevar hacia una mejor calidad de vida”, apunta.
Ahora, el país suramericano está pasando por un proceso de transición democrática, que inició, según el politólogo, con la firma del Acuerdo de Barbados en octubre pasado. “Venezuela está viviendo en este momento un proceso de transición política que comenzó con el Acuerdo de Barbados (…) Ellos dependen del Acuerdo para respirar, les tiene funcionando a Chevron, les han permitido algunas aperturas en el área petrolera y es lo que les permitirá negociar su mañana, cuando el día 28 de julio pierda la elección”, enfatiza.
@ebritop22