Luis Barragán @LuisBarraganJ
A propósito del consabido y específico conflicto de Gaza, se siente el sobrepeso de una intensa propaganda de guerra. Corren los también profusos videos denunciando el feroz bombardeo de hospitales y de la población indefensa por la pérfida Israel, advertida la masacre de infantes por una hermosa médico de acento andaluz que bien ejemplifica el eficaz uso de las redes.
Pocas veces nos percatamos de la acelerada, artificial y artificiosa reconstrucción de la realidad, desatadas las bestias del más disparatado fanatismo que tiende a imponer una sola versión de los acontecimientos. Cala a fondo la atroz artillería digital en el occidente liberal, como jamás ocurrirá en el oriente de las densas teocracias islámicas.
Entonces, se deduce, nunca hubo un ataque masivo, despiadado y sorpresivo de Hamás con la captura de cuantiosos e inocentes rehenes, ni el posterior descubrimiento y comprobación de un sorprendente complejo de túneles exactamente ubicados y escudados por centros asistenciales, educativos o afines en Gaza, con el despliegue de un considerable armamento aportado por terceros países. Por supuesto que ahora existe el riesgo de un genocidio, presente en toda confrontación, pero todavía es más pronunciada la amenaza, cuando Hamás trató y trata de impedir por la fuerza el desplazamiento de los propios gazatíes que ya sabían y saben de las advertencias israelíes gracias al millón de volantes lanzados y los que están por lanzarse desde sus aviones.
En el curso de los trágicos eventos, perdemos el dato fundamental de lo que es capaz de hacer la organización terrorista y los países aliados, confiscando la legítima aspiración del pueblo palestino a ocupar un lugar bajo el sol. Y el otro dato, no menos fundamental, lo que ocurre en un país en guerra, como Israel, pues, con todas sus imperfecciones, defiende igualmente un régimen de libertades democráticas, estableciendo así un dramático y evidente contraste con sus más encarnizados enemigos.
Antes del artero e indiscriminado ataque terrorista a la población civil, los israelíes demostraron su creciente indignación y rabia contra la abusiva pretensión autoritaria de Benjamin Natanyahu al propulsar una interesadísima reforma judicial que provocó una notable movilización ciudadana para rechazarla. Y, aún en medio de la dura coyuntura, en días recientes, se ha pronunciado el Tribunal Supremo rechazando tal pretensión, pero, igualmente, recurrido por los sectores deseosos de un inmediato acuerdo de paz con los palestinos, los ha beneficiado con una medida cautelar.
En efecto, negada la autorización policial una semana antes, la instancia judicial reivindicó el derecho de protesta de dos sectores de la sociedad civil (“De pie juntos” y “Mujeres por la paz”), y una veintena de colectivos de izquierda (así los denominan algunas agencias internacionales de noticias), dinamizando a dos mil telavivíes en una ciudad de 400 mil habitantes, bajo el lema “Sólo la paz trae seguridad”. Luce interesante un fenómeno absolutamente irreplicable en las teocracias islámicas que apunta a lo que Arthur Ekirch, un viejo experto en la materia, estudió como el deseo popular por la paz en un país en el floreció una fuerte corriente pacificista y aislacionista hasta quese hizo completamente inevitable entrar en la II Guerra Mundial: Estados Unidos de América.
Nadie en su sano juicio, desea la prolongación de un conflicto que ha cobrado demasiadas vidas inocentes en Gaza, pero es necesario darle una razón y un contexto estratégico que el maniqueísmo en boga niega. Impensable décadas atrás, el integrismo o fundamentalismo islámico se ha convertido en un extraordinario y eficaz aliado del socialismo del siglo XXI, pretendiendo arrastrar a los latinoamericanos en un esfuerzo global, impetuoso y destemplado hacia una definitiva y azarosa conflagración.
Significativo, finalizando el pasado año y principiando el presente, el extenso muro del estacionamiento del gobierno del Distrito Capital, diagonal a la Catedral de Caracas y a un costado de la Plaza Bolívar, fue pintorreteado en homenaje a Irán (https://apuntaje.blogspot.com/2024/01/brevisima-inspeccion-ocular-deidades.html). Y, en el peculiar batiburrillo fundamentalista que los peseuvistas festejan, no hay ni la más remota mención de Narges Mohammadi, la iraní de un justificadísimo premio Nobel de la Paz 2023.
Entre nosotros, la teocracia islámica se ofrece como un modelo por los socialistas de este siglo. Al mismo tiempo, asediado, el Estado Constitucional se mantiene en pie en Israel.