No hay nada peor que la maldición de quienes agonizando todavía ponen trampas a quienes los derrotaron o enviaron a la tumba, en una suerte de venganza póstuma, como si desde el infierno trataran de incidir en los acontecimientos de los que no serán más protagonistas.
Tal es el caso de la mamarrachada titulada “Procedimiento para la revisión de las medidas de inhabilitación acordadas por la Contraloría General de la República”, expedida entre el régimen y su oposición colaboracionista desde una mesa de negociación en la cual los venezolanos todavía seguimos sin estar representados desde que la verdadera oposición resultó electa el 22 de octubre de 2023, con poco más del 90% de los votos. El documento fue publicado por la embajada de Noruega en México, como facilitador del Diálogo y Negociación de Venezuela, quien confirmó allí el procedimiento negociado entre la oposición moribunda y el régimen de Nicolás Maduro Moros (ver documento en @NoruegaMexCA en https://twitter.com/NoruegaMexCA/status/1730392775198122298).
Este documento, cocinado en la paila del régimen con los ingredientes de la oposición, cumple cuatro objetivos: 1) dar una respuesta antes de la fecha límite, a la amenaza de la Comunidad Internacional de regresarle las sanciones al régimen si no levantaba las inhabilitaciones ilegales a los opositores venezolanos –léase a María Corina Machado (MCM)-; 2) poner a MCM entre la espada y la pared de aceptar los términos del régimen, sometiéndola a una justicia que depende de Miraflores; 3) intentar obligar a MCM a ponerse en rebeldía, lo que dejaría al régimen en la oportunidad de argumentar ante el mundo que es MCM y no los delincuentes que gobiernan al país, quien no desea una solución pacífica a la crisis política; 4) darle la luz verde a los inhabilitados propicios al régimen –ergo Capriles- para quitarles, a ellos sí, su inhabilitación para que puedan competir en las elecciones de 2024, en la comodidad de que ellos si aceptarían “su derrota” frente al régimen.
Lo que más me sorprende de todo esto, no es que la oposición oficial representada por Gerardo Blyde y el régimen hayan cocinado esta “solución” en paila conjunta, sino que luego de más de un mes de celebradas las primarias todavía los venezolanos estemos a la espera de los primeros pasos de la dirigencia de la nueva oposición democráticamente electa el 22 de octubre para, si no desplazar completamente, al menos sí colocar representantes genuinos de la oposición venezolana en esa mesa de negociación “opositora” que dice representarnos. Eso nos lo ganamos el 22 de octubre al votar por MCM. Lo menos que esperamos es que desde ya empecemos a ver resultados.
Más allá de la confianza que MCM dijo tener en Gerardo Blyde, es claro, después de la publicación de semejante “procedimiento”, esa posición debe cambiar radicalmente. En efecto, MCM indicó que “confía plenamente en Gerardo Blyde” (ver @polianalítica, en https://twitter.com/polianalitica/status/1720453928536420801), pero ya ese primer paso dado de la mesa luego del 22 de octubre, demuestra que en política no se puede confiar en nadie.
La primera pregunta que debemos hacernos es si se puede resolver a derecho en el TSJ del régimen el caso de las inhabilitaciones ilegales del régimen, a todas luces de carácter político. ¿Es aceptable esa salida para Noruega, quien es “garante” de esa negociación? Noruega no está allí para hacerse parte del conflicto interno de los venezolanos sino como mediador. Pero, si es así, ¿por qué es ella quien publica el procedimiento y no las partes en conflicto? ¿Resulta un ensayo para ver cuál es la reacción del cuerpo político venezolano a esa “negociación”?
Cualquiera que sea la respuesta, la existencia misma de esa mesa de negociación se debe a que en Venezuela NO EXISTE un Estado de Derecho y menos aún un sistema de libertades y judicial digno, justo y transparente para los venezolanos, y que tiene un régimen que mantiene presos políticos y toda clase de desmanes en contra de la población, y que desea permanecer en el poder a toda costa, sin contarse electoralmente de una manera debida. De no ser así, ¿por qué tendríamos que buscar una mesa de negociación internacional con mediadores, en primer lugar? ¿Cómo es que la propuesta de una negociación para resolver las inhabilitaciones puede ser concurrir a la “justicia” venezolana, y peor aún que la parte opositora lo acepte? ¿O será que todos nos volvimos locos en Venezuela?
El régimen de Nicolás Maduro debe levantar las inhabilitaciones políticas, no solo porque son ilegales, sino porque es la única manera de salir de la crisis política que ellos mismos han causado. Y si es que existe todavía alguien sensato en este régimen de criminales, debe sugerirle a quien detenta el poder en Venezuela que se cuente para que la Comunidad Internacional pueda reconocerlos, si es que de verdad tienen los votos para eso. Y eso no es una ingenuidad. Hasta los dictadores del pasado venezolano decidieron irse cuando supieron de cierto que el pueblo los despreciaba.
Pero al insistir quedarse no hacen más que taparle la única salida al vapor a una olla de presión, que más temprano que tarde reventará, siendo ellos sus primeras víctimas. La creencia estúpida de una oposición moribunda que pretende con una venganza póstuma que resolverá su posterior surgimiento, negociando con el régimen aun después de muertos, no resolverá la decisión irreductible de un pueblo que les dio un golpe mortal el 22 de octubre. No fue MCM, fue un pueblo que no los quiere ver más decidiendo por ellos su futuro. Pero no se vengan de MCM, sino de nosotros que ya no confiamos más en ellos.
El régimen de Nicolás Maduro Moros no tiene legitimidad alguna, por lo que la Comunidad Internacional, que le puso límites a su actuación a través de sus sanciones, debe rechazar por írrito ese procedimiento cocinado entre quienes no nos representan y un régimen ilegítimo, como lo debemos rechazar todos los venezolanos. Hasta que no exista un acuerdo firmado con la oposición verdadera electa el 22 de octubre, no se puede considerar zanjado un acuerdo para las inhabilitaciones políticas del régimen. O se cuenta o se cuenta con la oposición legítima, en unas elecciones justas, libres y verificables. Lo demás solo representa una venganza póstuma de quienes se niegan a morir dignamente.
Caracas, 2 de Diciembre de 2023
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