LA HABANA.- Cuando pasada la medianoche Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, controlado por el chavismo, llegó hasta el salón donde se efectuaría la rueda de prensa, un silencio denso invadió el lugar.
Amoroso se hundió en la poltrona empequeñeciendo aún más su regordeta silueta y con tono nervioso, a los reporteros que cubrían la jornada electoral, anunció a Nicolás Maduro como ganador del sufragio con un supuesto 51,2% de los votos frente a la suma que decidieron informar para el opositor Edmundo González, del 44,2%.
González, fue una solución de emergencia coordinada por la unión de partidos opositores agrupados en la Plataforma Unitaria, con el liderazgo de María Corina Machado, inhabilitada por el chavismo de ocupar cargos públicos durante quince años.
La inhabilitación de Machado es un viejo truco del autócrata Nicolás Maduro empleado para apartar de las contiendas electorales a los contrincantes que considera más peligrosos. Machado y González viajaron en viejos camiones, motos y automóviles por la Venezuela profunda.
Machado y González le hablaron a Venezuela
Les hablaron cara a cara a miles de madres que han visto marchar a sus hijos al exilio. Y se ganaron la confianza de un sector importante de los más pobres que viven en los cerros de Caracas atrapados por la violencia y la falta de futuro.
La estrategia de María Corina y Edmundo fue exitosa. Contaban con el apoyo de la mayoría de los venezolanos dentro y fuera del país. Pero derribar a un dictador con votos es un galimatías.
La autocracia chavista la cimentó Hugo Chávez, un paracaidista militar nacido en Barinas, ex golpista con tendencias dictatoriales, que pregonó eliminar la pobreza y crear un Estado benefactor que empoderara al pueblo.
Chávez, al igual que su padrino político Fidel Castro, demonizó al sector privado, polarizó la sociedad y dilapidó el patrimonio nacional en planes descabellados, como fundar cofradías internacionales para combatir al imperialismo, siempre que sea yanqui.
En sus inicios, este tipo de personajes, arrastran a una mayoría. Pero cuando la gente percibe que aplauden a tramposos ya es tarde: controlan el disenso con propaganda, miedo y cárcel.
Cómo fue vista la elección desde Cuba
Para algunos cubanos de a pie, agobiados por una crisis económica multisistémica que les obliga a comer una vez al día, las elecciones en Venezuela no fueron prioridad, otros, sí reconocen en la permanencia del régimen de Caracas un sostén para la dictadura de La Habana.
Eduardo, 74 años, jubilado, bien temprano en la mañana fue a comprar boniato y masa de croqueta en una feria agropecuaria. “Maduro es un grosero y un mentiroso. Si la oposición gana en Venezuela los apagones en Cuba serán de veinticuatro horas. Se acabará el petróleo regalado”, dice el anciano.
A Nilsa, mesera en una cafetería estatal, no le interesan las elecciones en Venezuela. “Con la que está cayendo en Cuba, sin comida, medicinas ni dinero en los bancos, lo que pueda pasar allá me da igual”. Leo, chofer de ómnibus urbanos desea que “los venezolanos saquen del poder a Maduro, a ver si por efecto dominó se caen Ortega y la bruja de su mujer y aquí Díaz-Canel cuelga los guantes. Pero me parece difícil”.
A Eddy, abogado, sí le interesa la política. Y quisiera que los venezolanos salgan de “esa lacra que es el chavismo. Fidel Castro sedujo a Chávez a golpe de ideología. Conquistó ese país sin disparar un tiro. En gran medida, el gobierno cubano es el culpable de lo que está pasando en Venezuela”.
Los venezolanos están en las calles
Marjuli Matheus-Hidalgo, periodista venezolana exiliada en Chile, declaró a DIARIO LAS AMÉRICAS, “que el régimen de Nicolás Maduro es una dictadura atípica del siglo XXI. Distinta a la dictadura existente en Cuba. La venezolana es una dictadura que se ha mantenido durante más de 25 años con un solo cambio de mando que fue cuando Chávez murió y Maduro tomó ilegalmente el poder porque en ese momento era vicepresidente, y la legislación venezolana no permitía que él se postulara”.
“Ahora mismo en Venezuela está ocurriendo algo bastante particular. La gente está en las calles desde la madrugada. Incluso desde el sábado en la noche en algunos estados de Venezuela, particularmente en el estado Carabobo, la gente hacía filas fuera de los centros de votación para evitar que en la madrugada ocurrieran irregularidades. Edmundo y María Corina han hecho una campaña que ha tenido algunos ribetes épicos. El régimen les ha puesto muchísimos obstáculos. Le cerraban las carreteras, pero María Corina llegaba en lanchas. Le cerraban las autopistas, y ella se montaba en una moto. María Corina le pide al pueblo defender el voto hasta el final”, explica Marjuli y añade:
“Han existido diversas irregularidades para ralentizar intencionalmente el proceso de votación en algunos centros electorales donde tradicionalmente pierde el chavismo. He sabido de personas que llegan a votar y ya han votado por ellos, otra irregularidad que se ha dado en menor medida, pero se ha presentado. Además, no se le permitió votar a más de cinco millones de electores que están en la diáspora. No pudimos inscribirnos en los consulados venezolanos en el extranjero, pusieron una serie de trabas. Actualmente me encuentro en Chile y no pude hacerlo porque exigían una cantidad de requisitos, imposibles de cumplir para muchos venezolanos. Apenas 500 personas lograron inscribirse en Chile, pues dieron solamente diez días y atendían solo a 50 personas diarias. Esto se repitió en muchos consulados del mundo. De los cerca de 5 millones 600 mil venezolanos residentes en el exterior, solamente 68 mil pudieron votar en estas elecciones”, afirma Marjuli.
El fraude anunciado
La pregunta que muchos cubanos se hacían era si Maduro, un dictador de corta y clava, iba a respetar el reclamo popular. El fraude era una jugada cantada.
Según un ex funcionario del otrora Departamento América del Comité Central del partido comunista, entidad que adiestró grupos guerrilleros y terroristas en las décadas de 1960 a 1980, “Nicolás Maduro era un hombre de Fidel Castro. Fue favorecido con una beca en la escuela de cuadros del partido comunista Ñico López en 1986-87. Formado ideológicamente en Cuba, se convirtió en un ‘compañero’ de plena confianza. Por eso, antes de morir Chávez, Fidel le pide que lo elija su sucesor. En Caracas pasan muy pocas cosas que La Habana no sepa. Pero Maduro no es tonto y sabe que Cuba está en la indigencia. Por eso ha apostado también por alianzas con Rusia, China, Turquía e Irán”, comenta el exfuncionario.
Aunque en las alcantarillas del poder se rumora que existen diferencias entre Díaz-Canel y Maduro, las dos dictaduras se complementan una a la otra.
“Cuba necesita petróleo y divisas. Y Venezuela necesita a los operadores políticos cubanos y la metodología para diseñar una estructura de control efectiva en la sociedad. El castrismo hará todo lo que esté a su alcance para sostener al chavismo. Díaz-Canel fue de los primeros en felicitar a Maduro. Esa victoria le permite al gobierno de la isla comprar un poco de tiempo. No dudo que en la madrugada del lunes se descorcharon botellas de champán en el Palacio de la Revolución”, concluye el ex funcionario del Departamento América. Las dictaduras son muy previsibles. Nunca hacen elecciones para perder.
Iván García
Especial
@DesdeLaHabana
FUENTE: REDACCIÓN