CARACAS.- El 1 de julio Nicolás Maduro anunció la reanudación del diálogo con EEUU en un contexto previo a las elecciones presidenciales del 28 de julio que se perfilan como el mayor desafío electoral para el chavismo en los 25 años que lleva bajo el control de Venezuela, con las encuestas favoreciendo por amplio margen al candidato opositor Edmundo González Urrutia.
Maduro, que actualmente cumple un segundo periodo, busca un tercer mandato para gobernar Venezuela hasta 2030.
De acuerdo con el dictador, la reanudación de las conversaciones fue una propuesta de Estados Unidos que decidió aceptar después de «pensarlo durante dos meses».
Venezuela y EEUU comenzaron a negociar a finales del año pasado en Catar. En esas conversaciones acordaron un canje de presos: Washington liberaba a Alex Saab, señalado de ser testaferro de Maduro, mientras Maduro liberó a 28 reos, 10 estadounidenses y 18 venezolanos.
En paralelo a esos encuentros, el régimen y la oposición, representada por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), se reunieron para acordar las condiciones y fecha de las elecciones presidenciales, lo que quedó plasmado en los acuerdos de Barbados, de los cuales Noruega fue garante.
En respuesta a los compromisos adquiridos por el régimen, Estados Unidos flexibilizó el embargo petrolero que mantenía a la petrolera estatal venezolana PDVSA; sin embargo, en abril reimpuso las sanciones, luego que el régimen incumplió el acuerdo al inhabilitar a la principal líder de la oposición y ganadora de las primarias, María Corina Machado, para las presidenciales del 28 de julio.
Washington condicionó el levantamiento de las medidas punitivas a la habilitación de todos los opositores, pero Maduro consideró la acción como una forma de «tutelaje».
El 3 de julio pasado, dos días después de que Maduro hiciera el anuncio de la reanudación del diálogo, se celebró una reunión virtual entre representantes de los dos países.
Según dijo la delegación chavista en un comunicado, en esa reunión acordaron “trabajar de forma conjunta para ganar confianza y mejorar las relaciones” y “mantener las comunicaciones de manera respetuosa y constructiva”. No obstante, no hubo mayores detalles sobre el encuentro.
Por su parte, la delegación de EEUU conformada por Daniel Erikson, consejero nacional del presidente Joe Biden, y Francisco Palmieri, encargado de negocios de EEUU para Venezuela en Colombia, hizo constar que acudieron “de buena fe” porque siempre han estado dispuestos al diálogo.
Pero el hecho de que en estos contactos no estuviera incluida la oposición en la víspera de las elecciones presidenciales generó dudas sobre el objetivo e intenciones del diálogo, según analistas, que interpretan que el motivó para que se retomaran las conversaciones son intereses geopolíticos y no unas elecciones libres que permitan un cambio de gobierno en Venezuela.
“Dialogar con dictaduras siempre es un riesgo, pero no dialogar puede ser peor… El caso es que las dictaduras del castrochavismo y la dictadura de Cuba como jefe del grupo abren diálogo cuando necesitan oxígeno y luego nada cumplen. Hay que esperar los resultados”, advirtió el politólogo Carlos Sánchez Berzaín, director del Interamerican Institute for Democracy.
Al igual que en las conversaciones de Catar, esta nueva edición de diálogo entre Venezuela y EEUU está teñida de opacidad, lo que genera desconfianza y especulaciones.
Según el periodista Casto Ocando, Maduro estaría moviendo sus hilos en Washington para asegurarse el reconocimiento de EEUU a un triunfo fraudulento de su candidatura en las elecciones. Así las cosas, Maduro y su régimen estarían promoviendo un cabildeo en la capital de EEUU con la ayuda de grandes firmas de abogados.
De acuerdo a Ocando, uno de los representantes de Maduro es el abogado francés David Syed, miembro de la firma Dentons Global Advisors, con sede en Washington. Syed ha asesorado al régimen venezolano desde 2017 en temas de reestructuración de deuda. Lo ayudan desde Caracas el venezolano Juan Carlos Pro-Risquez, membro de la directiva de la Cámara Venezolana Americana de Comercio (Venamcham).
La firma Dentons también ha asesorado a PDVSA con acuerdos internacionales, particularmente, con la ampliación del contrato con la española Repsol
Asimismo, grandes firmas petroleras como Chevron también estarían promoviendo los intereses del régimen de Maduro, a través de un grupo de asesores y cabilderos. Similares acciones estarían llevando a cabo firmas de inversión que representan a los bonistas de títulos de deuda venezolana o de PDVSA y que esperan que Maduro les reconozca el valor de los bonos y los dividendos que no han sido cancelados.
El objetivo de Maduro es condicionar la reacción de EEUU ante un eventual fraude electoral. Maduro se comprometería con EEUU a que a partir de un triunfo en las elecciones, así sea fraudulento, respetará los acuerdos y su régimen será menos represivo. También estaría ofreciendo promover los intereses estadounidenses en Venezuela.
FUENTE: REDACCIÓN / Con información de AFP / AP