Daniel Briseño vive en una zona pobre de Maracaibo, la alguna vez rica ciudad petrolera de Venezuela, donde revisa casi a diario para ver si finalmente ha llegado por correo una carta confirmando que tiene permiso para mudarse a Estados Unidos.
Briseño, que quiere mudarse con su madre, está harto de lidiar con los desafíos de Maracaibo, que sufre una aguda escasez de servicios como electricidad y agua desde hace una década. Pero podría cambiar de opinión si se produce un cambio de guardia tras las elecciones presidenciales de julio.
«Me gustaría quedarme en Venezuela porque sé que si el gobierno cambia, la industria petrolera regresará con toda su fuerza», dijo Briseño, de 44 años y quien pasó 15 años supervisando la perforación de pozos petroleros antes de perder su trabajo en 2020 en medio de la crisis económica.
El candidato opositor Edmundo González, que enfrentará al presidente Nicolás Maduro, ha centrado parte de su campaña en la promesa de trabajar para devolver a los 7,7 millones de venezolanos que han huido del país de unos 28 millones de habitantes, enfatizando el deseo de las familias de reunirse.
Si no se produce un cambio tras la votación de julio, mucha más gente podría emigrar, dijo el director de ORC Consultores, Oswaldo Ramírez.
Casi 16 % de los consultados por ORC Consultores en mayo dijeron que se irían si el candidato de su preferencia no gana en las elecciones presidenciales. Los partidarios de la oposición son significativamente más propensos a decir que buscarían irse que los partidarios de Maduro, según la encuesta.
Unos 2,8 millones de venezolanos ya viven en Colombia, 1,5 millones en Perú y 568.000 en Brasil, tras los años de agitación económica y política del país.
Maduro, que busca su segunda reelección, ha visto durante su gobierno un colapso de la economía con una perdida del 73,3 % del Producto Interno Bruto (PIB), según investigadores del Instituto de Estudios Superiores de Administración, en Caracas.
Muchas personas encuestadas rechazan un mayor deterioro de su calidad de vida y, por ende a Maduro, dijo Ricardo Ríos, director de la consultora Poder y Estrategia, que agregó que el deseo de cambio es el principal motivador para votar.
«Reconstrucción tomará demasiado tiempo»
Incluso si hubiera un cambio de gobierno, sería muy poco y demasiado tarde para algunos.
La mamá de Briseño, una mujer de 73 años, quiere unirse con su otro hijo, quien ahora vive en Utah, donde trabaja como repartidor de paquetes, lo que le permite enviar 300 dólares cada mes para alimentos y medicinas a su familia.
El hermano de Briseño puede patrocinar a miembros de su familia hasta por un año mientras escuchan sus casos, bajo un plan dirigido por el gobierno estadounidense para inmigrantes de Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua.
Algunas personas, incluida la madre de Briseño, Pragedis Rivero, se muestran escépticas de que un cambio en el liderazgo ayude a una rápida recuperación. «Este gobierno no ha dejado al país tan bueno y para reponerlo necesitamos demasiado tiempo para que tengamos siquiera la mitad de lo que era Venezuela».
Si bien Maduro alguna vez se burló de los migrantes venezolanos que dijo limpiaban baños en países más ricos, su tono cambió durante la campaña electoral, en la que los ha instado a regresar.
A unos 430 kilómetros al sur de Maracaibo, en un hospital de San Cristóbal, ciudad fronteriza con Colombia que sirve de salida a miles de venezolanos que migran, Yubizay Chacón, de 29 años, gana unos 130 dólares al mes trabajando como enfermera en un hospital público.
Como tantos otros venezolanos, ha estado contemplando la posibilidad de abandonar el país en busca de una vida mejor. Si Maduro permanece en el poder, migrar puede ser la única opción, afirmó.
Pero se mostró optimista de que una victoria de González «nos dará mas oportunidades de empleo y más oportunidades de tener beneficios como trabajadores. Dejar el país me entristece. Dependo de quién gana», agregó Chacón.
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