Indetenibles. En plural. Porque son muchas mujeres las que se hacen llamar imparables. No las paraliza el miedo con que el régimen pretende detener sus marchas por todos esas calzadas en las que se reencuentran con la Venezuela “toda horizonte como la esperanza y toda caminos como la voluntad”, para exclamarlo con palabras del maestro Rómulo Gallegos.
No es solo María Corina, son las familias convertidas en un huracán de sentimientos que estremecen al más frio de los mortales. Con piel de gallina, aguantando los escalofríos que las vibraciones espirituales producen en esos roces callejeros, un liderazgo firme, creíble, contagioso, encarnado por esa mujer coraje, se entrelaza con las madres y las abuelas que añoran el abrazo de sus hijos y de los nietos, hoy lejanos por obra y gracia de un régimen que los espanta.
Son muchas las motivaciones que sacan a las familias de sus casas provincianas para acudir al encuentro con esa visitante ilustre que anda desandando carreteras, desafiando la furia de la dictadura que no encuentra forma y manera de frenar a ese ser humano empoderado por la fe del pueblo. Y así la admiramos avanzando por encima de alcabalas custodiadas por efectivos militares que no evitan irradiar vergüenza por sentirse responsables de esos procedimientos bochornosos. Esa valiente mujer, que se abalanza con paso seguro, con mirada humilde, pero con la hidalguía que siempre ha distinguido el gentilito de la mujer venezolana, para dejar atrás esas talanqueras montadas y armadas con grupos violentos, que se quedan sorprendidos al constatar el afecto que despierta entre la gente esa ciudadana que para honra de los venezolanos se vislumbra como nuestra próxima Presidenta de nuestra amada Venezuela.
Son miles de miles, los muchachos que la abrazan con emoción. Se aferran al futuro, el patrimonio de las nuevas generaciones. Ese porvenir relacionado con sus ilusiones de vivir en un país en el que tengan paz, oportunidades de estudiar y de ser ciudadanos de bien. No es una artista, no se trata de un reguetonero, ni de una estrella rutilante del cine o de la televisión. Se trata de una mujer consagrada a la actividad política, una persona que ha proyectado inteligencia, que demuestra tener ideas y proyectos viables, que de alguna manera ha enganchado a la juventud venezolana. Por eso no debemos sorprendernos de observar esas imágenes en las que salen a su paso en esas comunidades del oriente venezolano, tal como lo vimos el miércoles, jueves y viernes de esta semana que finaliza, a una María Corina aclamada y protegida por una muchedumbre indetenible, siguiendo su ejemplo de luchar y trajinar esa ruta hacia unas elecciones libres, en las cuales se hará posible consumar el mandato popular que recibió el pasado 22 de octubre.