La ciudadanía venezolana sabe ubicar a cada quien en su justo lugar. Ese espacio en el que es colocado, bien sea para exaltar sus virtudes, rodearlo de afecto, expresarle su confianza, o contrariamente para desahogar ese descontento que asfixia a la gente, como corresponde hacerlo a un pueblo agobiado de múltiples problemas y que bien sabe que el responsable de tales calamidades es Nicolas Maduro. La diferencia estriba, entonces, en que mientras a María Corina Machado la ciudadanía la respalda con entusiasmo, confía en ella, aprueba sus ideas y proyectos, a Maduro lo repudian con unas ganas que llevan de todo en cada uno de ese torrente de sentimientos.
María Corina es una venezolana autentica. Bien tallada por los cuatro costados. Lo ha demostrado en los hechos, como cuando fue al propio territorio Esequibo a demostrar su solidaridad con los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas que allí estaban al servicio de resguardar nuestra soberanía. La diferencia es que Maduro está “convicto y confeso” de ser traicionero a los intereses de la nación. Junto a Chávez dejaron hacer todo lo que se les antojara a las autoridades de Guyana, esa es la verdad y consta en pruebas irrefutables.
La diferencia es que María Corina representa el futuro, es la vocera de las generaciones de venezolanos que aspiran vivir en libertad, tener caminos abiertos para transitar hacia el progreso, mientras que Maduro es el prototipo del pasado rancio, manchado de lunares, de errores imperdonables, el culpable de una catástrofe humanitaria sin precedentes en la historia del país y sus alados son los miembros del eje del mal.
La diferencia es que María Corina presenta un plan viable denominado Tierra de Gracia, que contempla redimensionar el Estado, reestablecer las instituciones, el Estado de Derecho, sacar a la gente del abismo de la miseria, relanzar la economía del país, hacer de la educación el gran eslabón que garantice el desarrollo integral de Venezuela, mientras que Maduro sigue aferrado el Plan e La Patria, al bodrio del Socialismo del Siglo XXI que son esquemas agotados y fuera de lugar.
La diferencia es que María Corina propone libertad plena en lo que respecta al derecho a expresar y defender las ideas de cada quien, derecho a disfrutar de la libertad personal, derecho de propiedad, promover la iniciativa privada, garantizar servicios de salud, educación y seguridad. Mientras que Maduro motoriza las detenciones arbitrarias como un patrón de conducta, apresa, tortura y mata, los disidentes son perseguidos porque para Maduro opinar es un delito y no un derecho humano. Maduro promueve planes que arrasan la economía, liquidan el aparato productivo, expropian, asaltan y confiscan empresas e industrias y politizan la educación, convirtiendo en un verdadero desastre ese sistema del que depende el progreso de cada nación del mundo.
La diferencia es que María Corina representa la esperanza y la gente tiene infinita fe en sus postulados, mientras que Maduro encarna la decepción de las grandes mayorías, incluidos miles de chavistas que no confían en sus acciones.