La revolución del fracaso, esa que ha hundido en una tragedia descomunal a millones de seres humanos, la que pretendió catapultar al mundo su esquema con el envoltorio del “Socialismo del Siglo XXI”, esa farsa que terminó siendo un soberano fracaso en términos sociales, financieros, económicos y morales, y al mismo tiempo es responsable del latrocinio más grande de la historia de alcance mundial, nos muestra a sus propulsores, no en plan de arrepentimiento, sino en poses de soberbia y paradójicamente exigiendo indulgencia de la comunidad internacional.
Bien es sabido que diferentes instituciones de variados países, han resuelto aplicarle sanciones personales a los jefes de esa desprestigiada revolución, por estimar que están comprometidos en la perpetración de delitos contra los derechos humanos y además, tienen que ver con la distracción irregular de miles de millones de dólares. Nicolás Maduro, entre otros, se la pasa lloriqueando a la hora de proclamarse víctima del “imperio yanki”, paradójicamente con cuyos lideres dialoga y negocia el rescate de sus narcosobrinos y de su testaferro estrella.
Mientras Maduro “grita pidiendo que le quiten las sanciones” por ser perpetrador de crimines de lesa humanidad, no cesa en ejecutar acciones persecutorias contra ciudadanos inocentes que, simplemente, ejercen sus derechos constitucionales de expresar sus puntos de vista disidentes, con esas políticas hambreadoras que caracterizan a ese régimen que nació prometiendo “sacar al pueblo de la pobreza”, y es evidente que más bien ha hecho todo lo contrario, ya que como nunca antes las familias de nuestro país estan padeciendo las consecuencias de encontrarse en el atolladero de la pobreza más espeluznante que pueblo alguno pueda sobrellevar en la hora actual.
Con el mayor cinismo Maduro pide clemencia, pero le niega el respeto que se merecen los educadores que se ven compelidos por la tragedia que escarmientan en cabezas propias, a salir a las calles a protestar y reclamar sus merecidas reivindicaciones. Maduro imparte ordenes de detener a educadores, como es el caso más reciente del profesor Victor Venegas, apresado en el estado Barinas por las fuerzas represivas que le sirven a Maduro para acometer su oleada de hostigamiento. Victor Venegas es un reconocido líder del magisterio venezolano, actualmente se desempeña como presidente de la Federación Nacional de Sindicatos y Colegios de los Trabajadores de la Educación de Venezuela.
¿Cuándo Maduro va detener esas sanciones que le aplica a los venezolanos? Han cerrado, por ejemplo, más de 400 estaciones de radio, eso significa sancionar la libertad de expresión. Al mismo tiempo Maduro pretende sancionar a las Organizaciones No Gubernamentales que en medio de inmensas dificultades, no han dejado de llevar adelante importantísimas tareas de asistencia humanitaria en beneficio de miles de familias postradas en la más atroz pobreza. Está muy claro que la pretendida “Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de las ONGs y Afines”, busca asfixiar a esos entes que tantos buenos servicios prestan a los venezolanos.
Maduro pide piedad, pero no deja de torpedear el proceso electoral que los venezolanos han tomado como vía para remediar la crisis del país. ¿Cuándo se definirá la fecha y se actualizará el Registro Electoral?. ¿No es entonces razonable que a Maduro se le exija que deje de sancionar a un país que no merece semejantes castigos?.