“Nosotros nos quedamos esperando las elecciones porque si salía Maduro (del poder), entonces nos quedábamos. Pero no pasó nada”, dijo el jueves Enrique Dordis, de 46 años, en Lajas Blancas, una población panameña que funge como puerta de salida de la arriesgada selva.
En el Centro de Recepción Temporal para Migrantes de Lajas Blancas, los migrantes duermen en barracones de madera o en tiendas de campaña.
Sentado afuera de una tienda de campaña en una aldea de la selva panameña del Darién, Oswards Ruíz dice que se marchó de Venezuela tras la cuestionada reelección de Nicolás Maduro porque lo «iban a matar».
Atravesó el Tapón del Darién en cuatro días, tras cruzar ríos caudalosos y lidiar con fuertes aguaceros en la intemperie, con su esposa Anabel Pajedes, su hijo Emanuel, de 8 años, y cuatro familiares más. En Venezuela, era taxista en el estado central de Carabobo. “No alcanza la plata, ya uno se desespera y uno tiene que buscar un mejor futuro para los hijos”, compartió las razones por las que migró.
“Cada vez está más difícil, nuestros familiares se enferman”, se lamentó Rosimar Angulo. Desembarcó en Lajas Blancas junto a su novio y otros compatriotas venezolanos, después de navegar en un bote o piragua a motor que los sacó de Bajo Chiquito, el primero poblado que se encuentran los migrantes en el lado panameño.
Decepción
No cree en los resultados que anunció la autoridad electoral venezolana la misma noche de la votación del 28 de julio y que le dieron la victoria a Maduro por un tercer mandato de seis años, pese al clamor de la oposición que decía tener actas electorales suficientes para demostrar que su candidato Edmundo González ganó por 2 a 1.
“Sentimos mucha decepción luego de las elecciones, que fueron un fraude total. Todos los venezolanos sabemos que eso fue un fraude”, acotó Angulo. Del mismo barco se bajó una compatriota, Marisol Jaime, que fue sacada en camilla por miembros de la Cruz Roja tras descompensarse.
Más de media docena de migrantes venezolanos entrevistados afirmaron que se aguantaron hasta varias semanas después de las elecciones con la esperanza de que se diera una resolución favorable a González y alentados por manifestaciones en las calles lideradas por la dirigente María Corina Machado.
Pero, con la salida del país del exdiplomático de 75 años hacia el asilo en España, el optimismo se les desmoronó. Habían votado por un cambio que, a día de hoy, sigue sin concretarse en Venezuela.
“Para nosotros que vuelva a ganar el mismo gobierno, no va haber ninguna mejoría en el país”, zanjó Laura Naveda, oriunda del estado de Táchira que hace frontera con Colombia. Viajaba con 13 familiares, entre ellos varios menores de edad.
Arrastrado por un río
El gobierno panameño, con organizaciones internacionales, les brindan servicios básicos antes de permitirles seguir su viaje hacia Costa Rica, próxima escala para quienes cruzan el Darién, convertido en un corredor para los migrantes sudamericanos que tratan de llegar a Estados Unidos.
«Esa selva es muy dura, muy dura. Esa selva es lo peor que le puede pasar a un ser humano», afirma Ruíz, quien dice haber visto «personas fallecidas» en la jungla.
A pocos metros, la venezolana Rosa Pérez llora, pues un medio hermano de su hijo, que viajaba con ellos, no ha aparecido tras ser arrastrado por la corriente de un río. Milagrosamente su hijo sobrevivió.
«Cuando estaban pasando el río se resbalaron y él (su hijo) salió porque su bolso flotó, (pero) el otro muchacho no, no sé si salió», relata la mujer de 40 años, mientras muestra una foto del joven desaparecido.
En 2023, un récord de más de 520.000 personas pasaron por la jungla panameña, enfrentando peligros como ríos caudalosos, animales salvajes y grupos criminales.
Sin embargo, este año la cifra se ha reducido: hasta ahora 260.000 migrantes han ingresado a Panamá por la selva, dos tercios de ellos venezolanos.
El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, ha expresado su temor a un incremento de migrantes venezolanos tras la reelección de Maduro.
«La inestabilidad política es una de las causas generadoras de la migración masiva (…) Venezuela es un ejemplo concreto», dijo Mulino el miércoles en su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Pero el número de venezolanos que cruza el Darién ha caído este año. Hasta ahora han pasado por la jungla unos 174.000, 33% menos que en los primeros nueve meses de 2023.
Mulino ha deportado desde que asumió el poder el 1 de julio a migrantes colombianos, ecuatorianos e indios en vuelos financiados por Estados Unidos, bajo el paraguas de un acuerdo bilateral.
Sin embargo, las autoridades panameñas dejan seguir a los migrantes venezolanos hacia Estados Unidos, debido a la compleja situación política en su país.
Aunque Mulino quisiera deportarlos no podría, pues Caracas prohibió los vuelos de aviones panameños por las críticas a la cuestionada reelección de Maduro.
«Nadie pasa por ahí (la selva) porque quiere», afirma Pérez.
«Van a salir más personas de Venezuela mientras siga este gobierno, porque la gente se va morir de hambre allá», dice el venezolano Marcos Arcilla.
FUENTE: Con información de AFP y AP