Cada 78 segundos una persona muere o resulta herida en un accidente por conducir en estado de ebriedad en Estados Unidos. Hace dos años, Angel, de nueve años, pasó a formar parte de estas estadísticas.
En agosto de 2022, la vida de su madre, Juliana Farides Salas, cambió en cuestión de segundos. Su hijo murió en un accidente provocado por una persona ebria que manejaba a más de 119 millas por hora, en la ciudad de Nueva York.
“Mi hijo venía durmiendo en la parte posterior del carro en su silla y su papá conducía. El conductor ebrio impactó el auto y mi hijo fue críticamente herido y no sobrevivió. El fue pronunciado muerto el 24 de agosto de 2022 y después sus órganos fueron donados para salvar la vida de tres personas. Mi hijo se murió, pero murió como un héroe”, recuerda llena de nostalgia esta madre colombiana, quien asegura haber quedado “con el corazón destrozado” junto a su esposo.
Movida por el dolor y el deseo de que la tragedia no se repita, Juliana decidió formar parte de la organización Madres contra Conductores Ebrios (MADD en inglés) que desde 1980 trabaja para evitar más muertes por causa de personas que conducen bajo la influencia del alcohol y/o las drogas en Estados Unidos.
Según un reciente informe publicado de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés), los accidentes que involucraron a conductores en estado de ebriedad causaron la muerte a más de 13.000 personas por segundo año consecutivo en EEUU.
Pero, según MADD, estas tragedias se podrían evitar con sólo implementar la ley HALT.
¿Qué dice la ley?
Gracias a los esfuerzos de MADD junto a otras organizaciones, el Congreso de EEUU aprobó la ley bipartidista HALT el 15 de noviembre de 2022. La legislación otorga al gobierno federal el poder de exigir que todos los automóviles nuevos vengan equipados con tecnología inteligente que detecte el aliento alcohólico y detenga la marcha del vehículo.
Pero, su implementación debe cumplir con un proceso que está demorado a pesar que cuenta con el apoyo de legisladores, junto a organizaciones como MADD, el sector de seguros de automóviles e incluso de la misma industria de venta de bebidas alcohólicas, respaldo manifestado a través de diversas cartas públicas.
Las muertes por conductores en estado de ebriedad han aumentado un 33% desde 2019, después de una década de 10.000 muertes relacionadas con el alcohol por año y mínimos históricos de 9.878 y 9.943 en 2011 y 2014, respectivamente.
La ley ordena al Departamento de Transporte de EEUU que complete un proceso de elaboración de reglas para determinar qué tipo de solución tecnológica se elige. Estas regulaciones deberían haber quedado establecidas el pasado 15 de noviembre de 2024.
Debido a esta demora en el proceso, MADD, junto a un grupo de madres y sobrevivientes, hicieron una vigilia en la capital estadounidense para alzar sus voces sobre la importancia de tomar decisiones cuanto antes e implementar las regulaciones en la fabricación de nuevos vehículos.
Esta tecnología inteligente no tiene relación con los alcoholímetros de la policía ni con los dispositivos de bloqueo de encendido que requieren que el conductor sople activamente en un dispositivo, sino que utiliza sensores integrados en un automóvil para determinar si la persona detrás del volante está intoxicada.
«El Congreso ha enviado un mensaje claro (y bipartidista) al Departamento de Transporte de que la tecnología contra la conducción en estado de ebriedad debe ser un equipo estándar en los vehículos, al igual que las bolsas de aire, los cinturones de seguridad y las cámaras retrovisoras. Ya existen y están disponibles nuevas tecnologías que reconocen el deterioro del alcohol y pueden ayudar a salvar más de 10.000 vidas al año», señaló Stephanie Manning, directora de asuntos gubernamentales de MADD.
Para Juliana, la razón por la que esta ley no se implementa todavía es el “dinero”. “Implementar la ley HALT representa un costo adicional. Ya se han hecho los cálculos de los gastos y los cambios incrementarían los costos de los fabricantes, pero ¿cuánto dinero vale una vida?, eso no se puede decir. Una vida es preciosa, una vida no tiene precio”, afirma esta madre convertida en una activista.
Una mirada a Latinoamérica
Si bien conducir bajo los efectos del alcohol es un delito tanto en Estados Unidos como en la mayoría de países en América Latina, los castigos, las regulaciones y los niveles de alcohol en sangre permitidos pueden variar de país en país e incluso de región en región.
Para tener una idea, en la Ciudad de México el reglamento ordena un arresto de 20 a 36 horas para cualquier persona que sea detenida conduciendo un vehículo con un nivel de 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre, el equivalente a cuatro latas de cerveza o media botella de vino.
Igualmente sucede en EEUU, donde en la mayoría de los estados el límite permitido es de 0,08 % . Solo Utah ha adoptado un nivel más bajo como límite permitido que asciende a 0,05%.
En Nicaragua, la ley establece una detención de hasta por 48 horas para conductores ebrios y una pena de hasta 10 años de cárcel si el conductor provoca la muerte de alguien. A esto se suma la imposición de multas.
En el caso de Perú, las sanciones se han vuelto más estrictas en los últimos años. La ley establece que conducir en estado de ebriedad es una infracción grave que puede acarrear multas, suspensión y/o cancelación de la licencia de conducir y hasta la pena privativa de la libertad.
Cabe destacar que Brasil, Uruguay y Paraguay están entre las naciones más estrictas con una tolerancia cero en cuanto a los niveles de alcohol en sangre permitidos al momento de conducir.
“Son muchas las decisiones que podemos tomar y las medidas a nivel de gobierno que se puedan tomar, pero finalmente cada persona tiene el poder de tomar la mejor decisión en sus vidas: No maneje ebrio. No tenemos poder sobre las decisiones de otras personas, pero sí tenemos el poder de unirnos para hacer escuchar nuestras voces y tomar decisiones que pueden salvar millones de vidas”, concluyó Juliana Farides.
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