A medida que los obispos de Estados Unidos se reúnen para su encuentro anual de otoño esta semana en Baltimore, el espectro de la resonante victoria del presidente electo Donald Trump se cernirá sobre las deliberaciones.
El próximo gobierno de Trump supone promesas y desafíos para las principales preocupaciones políticas de los líderes católicos estadounidenses, que incluyen el aborto y la inmigración.
El arzobispo Timothy Broglio, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB por sus siglas in inglés), felicitó a Trump por su victoria en un comunicado, al tiempo que enfatizó que la Iglesia “no está alineada con ningún partido político”.
La enseñanza católica prioriza tanto el fin del aborto como la atención humanitaria a los migrantes. En Trump, como para muchos cristianos estadounidenses, los católicos encuentran un líder imperfecto.
Su retórica contra el aborto ha sido variada. Aunque Trump se ha atribuido el mérito de haber puesto fin al derecho federal al aborto, ha vacilado sobre la idea de una prohibición nacional y ha dicho que las políticas abortistas deben remitirse a la decisión de los estados.
En cuanto a la inmigración, ofrece una imagen menos alentadora para los prelados católicos. Trump ha hecho campaña tres veces con políticas de inmigración duras y ha prometido llevar a cabo “la operación de deportación más grande en la historia de Estados Unidos”.
El obispo Mark Seitz de El Paso, Texas, quien preside el comité de migración de los obispos de Estados Unidos, dijo: “Estamos muy, muy preocupados por el impacto de todo esto”, refiriéndose a las medidas de inmigración anticipadas por Trump.
Las organizaciones católicas y religiosas han asumido desde hace tiempo la mayor parte de la atención a los migrantes en ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. En cuanto a los migrantes de su diócesis fronteriza que huyen de la violencia o se enfrentan a la deportación, Seitz indicó: “nos enteramos del miedo con el que viven todos los días”.
Seitz señaló que la Iglesia pide un sistema de inmigración legal y ordenado en el que se investigue a los migrantes y “los que huyen de situaciones insostenibles puedan entrar y los que se necesitan para trabajar en nuestro país puedan recibir visas”.
Seitz presentará esta semana a sus compañeros obispos un plan para educar a las personas en las parroquias sobre la difícil situación de los migrantes.
El arzobispo Thomas Wenski de Miami, quien también sirve en el comité de migración de los obispos, expresó un tono de “optimismo cauteloso” sobre un segundo mandato de Trump, creyendo que la realidad de las contribuciones de los migrantes a la economía de Estados Unidos importará más que la “hipérbole” sobre deportaciones masivas.
“Si quiere lograr ‘la mejor economía de la historia’, tendrá que trabajar en algún tipo de arreglo sobre los temas de inmigración”, dijo Wenski, quien también ha trabajado estrechamente con comunidades de migrantes y refugiados.
Sobre el aborto y otros temas, Wenski comentó que el gobierno del presidente Joe Biden a veces ha causado “indigestión” a las personas de fe debido a decisiones políticas que parecen entrometerse en la libertad religiosa.
Wenski se sintió aliviado de que la enmienda de derecho al aborto de Florida fracasara, obteniendo un 57 % de apoyo cuando necesitaba un 60 % para prevalecer. Pero pronosticó “un largo camino por delante en la promoción de una cultura de la vida”.
Los obispos subrayan en su orientación electoral que la lucha contra el aborto es “nuestra prioridad absoluta”.
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