El huracán Debby tocó tierra este lunes por la mañana en la costa noroeste de Florida como tormenta de categoría 1 y con fuertes lluvias que pueden dejar de 10 a 20 centímetros de agua, incluso 30 centímetros en algunos lugares. Este es el segundo huracán que impacta territorio estadounidense en menos de un mes, después de que Beryl lo hiciera en la costa suroeste de Texas.
El Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos ya había advertido que habría una temporada más activa de lo habitual. Se han pronosticado hasta 25 tormentas, de las cuales 13 podrían convertirse en poderosos huracanes.
Hay varios factores que están favoreciendo la actividad ciclónica en el Atlántico a lo largo de esta temporada, que se extiende desde el 1 de junio al 30 de noviembre.
“Entre ellos, el fenómeno de La Niña que podría afectar para el pico de la temporada, es decir, entre agosto y septiembre. Además, las aguas de los océanos están bien cálidas, con valores récord, y ese es otro factor que podría contribuir a que tengamos más ciclones tropicales”, explicó a la Voz de América Gladys Rubio, meteoróloga del Centro Nacional de Huracanes.
El fenómeno de La Niña
En concreto, los científicos meteorológicos se están fijando especialmente en el fenómeno de La Niña. Este fenómeno es una fase del ciclo climático conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO). Se caracteriza por un enfriamiento inusual de las aguas superficiales en el océano Pacífico central y oriental, en contraste con El Niño, que implica un calentamiento de estas aguas.
Durante La Niña, las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico central y oriental son más frías de lo normal. Esto se debe a un aumento en la intensidad de los vientos alisios, que soplan de este a oeste a lo largo del ecuador, empujando las aguas cálidas hacia el oeste y permitiendo que afloren corrientes más frías desde las profundidades en la parte oriental del Pacífico.
“Es decir, es la transición del fenómeno de El Niño a La Niña y tenemos cerca de las aguas del Océano Pacífico, cerca de Perú, aguas más frías de lo normal y eso indica el fenómeno de La Niña, y cuando eso ocurre tenemos más ciclones en la cuenca atlántica”, expuso Rubio.
Por su parte, Anthony Reynés, también meteorólogo del CNH, recalca que este fenómeno está teniendo una consecuencia directa en la atmósfera “que hace que los vientos en los niveles altos se debiliten”. “Y los huracanes lo que quieren es tener los vientos débiles para que no interrumpan su circulación, así que mientras más intenso es el evento de La Niña, mejores condiciones atmosféricas tienen los huracanes para desarrollarse”, subrayó.
¿Cambio climático y huracanes?
Sin embargo, desde el organismo encargado de monitorear la actividad ciclónica en el Atlántico aclaran que la formación de huracanes de mayor intensidad, por ahora, solo se ha demostrado que sea a causa de estos factores mencionados anteriormente.
Muchos activistas medioambientales aluden al cambio climático como la principal causa del aumento de estos fenómenos atmosféricos y piden a las autoridades actuar de inmediato porque, según Diego Molina Castrillón, experto medioambiental en el Instituto Cleo, “se entiende que el cambio climático va a empeorar cualquier otro problema que estés enfrentando en tu sociedad”.
Pese a eso, desde el Centro Nacional de Huracanes , que lleva varias décadas liderando el estudio de la formación de huracanes desde su sede en Miami, recalca que aún no hay suficiente evidencia científica para realizar tales afirmaciones.
Nueva tecnología para predecir huracanes con mayor antelación
La formación de huracanes es algo que preocupa a la población en general por su poder destructivo. Por suerte, la tecnología actual permite observar y pronosticar la formación de huracanes con hasta cinco días de antelación, lo que permite realizar los preparativos necesarios ante la llegada de un huracán de este tipo.
Ahora, un nuevo y potente satélite de última tecnología será capaz de recoger datos lo suficientemente fiables como para pronosticar con mayor precisión la formación de tormentas y huracanes. Es decir, que se podrá saber con más tiempo de antelación cuál será la fuerza de un ciclón.
“Este satélite va a ser capaz de tomar muchos datos, como datos de electrificación y de rayos, lo que nos va a servir para pronosticar inundaciones y lluvias intensas”, apuntó José Manuel Gálvez, investigador y meteorólogo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA, por sus siglas en inglés).
El satélite pretende reemplazar al sistema que se utiliza actualmente para hacer los pronósticos del tiempo y va a poder capturar datos con tantísima resolución que, según explican, ayudará también en la toma de decisiones si, como esta ocurriendo ahora en Florida, se formara una tormenta o huracán que suponga una amenaza para la población.
“Cuando ya se está formando la tormenta y se está empezando a aproximar, nos puede dar información sobre qué tan intensa es, dónde está la lluvia más intensa dentro de la tormenta y hacia dónde se puede estar moviendo”, comentó Gálvez.
Por ahora, estas herramientas solo permiten el monitoreo de la formación de fuertes tormentas. Sin embargo, no hay nada que ayude a frenar el impacto de la furia de un ciclón.
“No sabemos si en algún momento vamos a lograr desarrollar un instrumento como eso. Lamentablemente, ahora ni en un futuro cercano, lo estamos viendo”, zanjó Reynés.
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