CARACAS.- Venezuela celebrará elecciones presidenciales el próximo 28 de julio; unos comicios cruciales -si bien la vida política del país caribeño ha estado caracterizada por la crispación en los últimos 11 años- porque por primera vez desde que el chavismo llegó al poder en 1998, la oposición tiene claras y evidentes posibilidades de ganar, además de otros factores que favorecen el cambio político.
Sin embargo, la amenaza de que el régimen de Nicolás Maduro haga lo que sea para quedarse en el poder está allí. Maduro y muchos de sus funcionarios tienen acusaciones por corrupción y narcotráfico. El Departamento de Justicia de EEUU mantiene activa la recompensa de $15 millones por la captura del gobernante venezolano, a quien acusó formalmente por narcotráfico y lavado de dinero en 2020. Igualmente, hay recompensas por la captura de Diosdado Cabello, el segundo al mando del chavismo, y Tarek El Aissami, el defenestrado ministro chavista. Otra cantidad de dirigentes chavistas están sancionados por el Departamento del Tesoro.
El Estado venezolano fue demandado ante la Corte Penal Internacional (CPI) por presuntos crímenes de lesa humanidad en el marco de las diversas oleadas de protestas ciudadanas que han ocurrido en el país. En ese contexto, Maduro busca aferrarse en el poder, acostumbrado a controlar todos los poderes del Estado.
A 10 días de las elecciones, nadie se atreve a afirmar que efectivamente habrá un cambio de gobierno en Miraflores, como lo vaticinan las encuestas que desde hace meses dan un triunfo holgado al candidato «untario» de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) -principal coalición opositora- Edmundo González Urrutia.
Luego de las primarias de octubre de 2023, la exdiputada María Corina Machado logró convertirse en la líder de una oposición que hasta esa fecha parecía dividida y errática. Desde ese momento, comenzó a formarse alrededor de su figura un movimiento que reivindica el anhelo de cambio del pueblo venezolano, después de 25 años de chavismo, que con sus políticas socialistas y su tinte autoritario metió a Venezuela en una crisis económica sin precedentes, que ha tenido consecuencias nefastas, además de aniquilar la democracia y los derechos humanos. El éxodo de más de 7 millones de venezolanos en los últimos 11 años es la prueba más contundente.
No valió que el régimen inhabilitara a Machado sin base legal, por lo que no pudo postularse como candidata presidencial a pesar de haber ganado las primarias con 92% de los sufragios. Tampoco que impidiera que lo hiciera la académica Corina Yoris, quien fue designada por Machado como su sustituta.
«La líder opositora María Corina Machado ya derrotó política, psicológica y moralmente al régimen de Nicolás Maduro. Hago mías las palabras del jurista, político y escritor venezolano Asdrúbal Aguiar quien afirma: ‘Si aún se acepta en el siglo XXI que la democracia es soberanía del pueblo, que elige y no solo vota, puede afirmarse que María Corina Machado ha derrotado democráticamente al despotismo de Nicolás Maduro Moros'», dijo la periodista Nitu Pérez Osuna en el artículo «Fraude en puertas o inicio de la transición: ¿qué está en juego el 28 de julio en Venezuela?».
Pérez Osuna ofreció varias consideraciones con respecto al proceso electoral que se celebrará en Venezuela.
Es así como planteó que la campaña del chavismo «ha sido torpe, errática, mal manejada y sin discurso. La peor de todas desde 1998 hasta la fecha» y la compara con la campaña de la PUD que «no solo ha sido solo electoral, sino existencial. El pueblo está movilizado porque entiende que el 28 de julio se juega la vida».
Basado en el hecho de que las encuestas pronostican el triunfo de González Urrutia -algunos sondeos otorgan una ventaja de 6 a 1-, Pérez Osuna consideró que «la única manera como Maduro pueda ser proclamado ganador es por medio de un fraude masivo, mucho mayor que los que el chavismo ha perpetrado en el pasado».
En ese sentido, la periodista indicó que «si Maduro decide robarse la elección, no es seguro que lo respalden las Fuerzas Armadas, el único soporte que le queda a la dictadura». Aunque recordó que «Maduro cuenta con agentes cubanos para tratar de reprimir al pueblo».
En un escenario en el que Maduro se quede en el poder -la única manera es por la fuerza- «comenzará un proceso de deterioro acelerado que precipitará su caída semanas o meses después, en condiciones mucho peores para él».
Alertó que Maduro al saberse «derrotado y rechazado por el pueblo… será capaz de hacer cualquier cosa -y cualquier cosa es cualquier cosa- para mantenerse en el poder. Por lo tanto, los próximos días y los posteriores al 28 de julio, serán de mucho peligro».
Reconocer la derrota
Para Pérez Osuna la actuación de la comunidad internacional ante los escenarios postelectorales planteados en Venezuela «será de vital importancia para forzar a Nicolás Maduro a reconocer su derrota y abandonar el poder sin provocar hechos de violencia».
Destacó que la «enorme mayoría» de venezolanos están «dispuestos a votar a pesar de la posibilidad que el régimen despliegue todo su abanico de fraude» y además «están resueltos a defender los resultados». Agregó que la dirigencia chavista-madurista «se ve fracturada y su militancia en desbandada»; en tanto que la «verdadera oposición» cuenta con el «electorado harto de tanta represión» y «con un liderazgo confiable y dispuesto a llegar hasta el final, es decir: ganar y cobrar».
Si Venezuela está a apenas un paso de salir del chavismo, solo se sabrá el 28 de julio, día de los comicios. No cabe duda que son unas elecciones históricas en las que el país caribeño se juega el destino de sus ciudadanos, como nunca antes desde 1998. Cuando Hugo Chávez llegó al poder ese año, Venezuela producía 3.1 millones de barriles diarios. Actualmente produce no más de 800 mil.
«Los demócratas del mundo entero deben colaborar para que eso ocurra. El pueblo venezolano merece ser libre», finalizó Pérez Osuna su artículo.
FUENTE: REDACCIÓN / Con información de gaceta.es