“Desafíe el odio y escoja la justicia, no la venganza”
Nelson Mandela
Lo que acontece en la Franja de Gaza se califica como catástrofe humanitaria. La arrasadora respuesta militar israelí al espantoso ataque de Hamas, ya cobra más de 18 mil vidas, notablemente de miles de niños y mujeres y comienza a ser vista como genocidio a los ojos del planeta. Este martes, en asamblea de la ONU, 153 naciones, con solo 10 votos en contra, reclamaron un alto al fuego inmediato.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fiador incondicional de Israel, ha solicitado públicamente a Netanyahu remover su gabinete ultraderechista para encontrar una salida menos sangrienta al conflicto (lo que por supuesto sería el fin de Netanyahu como gobernante). Cabe comentar, no obstante, que en paralelo Biden continúa enviándole obuses y misiles.
El cuestionado perfil de la guerra que adelanta el gobierno de Netanyahu, está erosionando el legítimo derecho a la defensa de Israel contra Hamas. A tal punto, que el ex primer ministro israelí Ehud Olmert ha declarado: “no hay otro camino que salir de este gobierno”. Asimismo, judíos israelíes y estadounidenses se pronuncian crecientemente contra los horrores en Gaza, con lemas como “No en nombre nuestro” y “Let Gaza live”.
Ha cobrado fuerza renovada la instauración de dos Estados como única vía estable para la paz en la región, pero es absolutamente rechazada por Netanyahu. Su meta es ocupar Gaza y gobernarla bajo administración militar de Israel, mientras, simultáneamente, recrudece el hostigamiento supremacista de su régimen a los habitantes de Cisjordania, que también está cobrando vidas civiles.
Este sacrificio de miles de vidas inocentes en Gaza y la expoliación de Cisjordania, alientan apoyo popular palestino a bandas yihadistas como Hamas y otros, una consecuencia totalmente indeseable para la seguridad futura de Israel.
La paz y la vida de israelíes y palestinos zozobran en manos de Netanyahu y los suyos.