LA HABANA — Cuba tomará medidas como vender servicios turísticos en monedas extranjeras o arancelar a importadores privados en esas divisas, aunque ello implicará una dolarización parcial de su economía, reconoció el miércoles el primer ministro, Manuel Marrero.
“Para nada la visión de este Gobierno es ir a dolarizar la economía”, dijo Marrero, pero inmediatamente se contradijo al afirmar que en ese escenario “necesitamos transitar por este camino, para poder lograr que un día el peso cubano recupere su valor”, señaló el funcionario al calificar el caos económico que la isla vive como una “economía de guerra”.
Cuba atraviesa una de sus peores crisis que persiste hace casi cinco años y que deja al Estado sin divisas extranjeras y con pocos recursos para hacer frente a sus gastos o respaldar sus cuentas.
Marrero, cuyo discurso fue transmitido por la televisión estatal y reseñado por medios de prensa oficialista, intervino largamente en la primera sesión plenaria de la Asamblea del Poder Popular —el Parlamento— para dar cuenta de las medidas tomadas por el régimen en medio de un proceso inflacionario que ha terminado de destruir el poder adquisitivo, incrementó el desabastecimiento y las carencias de todo tipo.
¿Qué sectores?
Entre las medidas anunciadas está la instauración del pago en dólares para los importadores no estales; se implementará de manera gradual cobros en esta moneda para los servicios portuarios y se permitirá aceptar efectivo en divisas extranjeras en sectores claves como el turismo.
En dirección contraria, se impondrá la obligatoriedad del uso del peso cubano (CUP) para todas las transacciones al interior del país.
Marrero no indicó la fecha desde la cual entrarían en vigor estas medidas, pero insistió que los planes serán paulatinos tal como ya se hizo a comienzo de año con el incremento de las tarifas a la luz, los combustibles y el transporte.
Durante décadas el comercio en Cuba estuvo en manos del Estado en el marco de un modelo económico socialista, que ha sido un fracaso, pero desde 2010 comenzó una tímida apertura a la iniciativa privada que tomó un fuerte impulso a partir de la crisis en 2021, cuando se autorizó la operación a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) con el objetivo de impulsar la producción nacional y ante el caos económico.
Las Pymes comenzaron a formarse en todos los ámbitos, desde pequeños talleres de confección de muebles o embalajes, hasta tiendas de productos terminados como alimentos importados. Aún así, el sector estatal sigue siendo el principal empleador.
La paralización por la pandemia de la COVID-19 y una reforma financiera interna —de unificación monetaria— desataron la crisis cuya expresión en la calles fue el desabastecimiento y el consecuente aumento de precios, aunque la dictadura culpa a Estados Unidos de la crisis en un intento de evadir responsabilidades. Los emprendedores particulares y las Pymes adquirieron protagonismo al empezar a importar toda clase de productos terminados.
La espiral del mercado negro
Marrero reveló el miércoles que en 2023 el sector no estatal –que debe usar agencias del Estado para operar— importó mercancías por valor de 1.300 millones de dólares, mientras que en hasta junio de 2024, lo habían hecho por 936 millones de dólares.
Más aún dado que el Estado no vende a estos empresarios dólares, estos salen a comprarlos al mercado negro generando “una espiral incontrolable de demanda de divisas” extranjeras en ámbitos paralelos o ilegales, expresó Marrero.
El régimen insistió estos días en que no busca satanizar a las Pymes o al sector privado, sino regular su operación haciéndolo compatible con el esquema estatal socialista.
En paralelo los precios se dispararon. Oficialmente —los expertos la consideran mucho más alta— la inflación en 2021 fue del 70%, en 2022 del 39% y del 30% en 2023 y esta semana en el marco de las reuniones previas a la plenaria del Parlamento se informó que este año rondaría el 30% también, según el régimen.
FUENTE: Con información de AP