WASHINGTON.- La política exterior de Estados Unidos respecto a Venezuela post-elecciones es un tema lleno de incertidumbre, tanto si el dictador Nicolás Maduro se declara vencedor como si gana la oposición. Según analistas, cualquier decisión debería ser coordinada con Brasil y Colombia.
El jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Brian Nichols, afirmó durante una sesión ante el Congreso: «Queremos examinar toda la información» de las presidenciales y «entonces tomaremos una decisión». Nichols subrayó la importancia de no apresurarse a juzgar, recordando que el consejo electoral venezolano tiene hasta el 2 de agosto para publicar los resultados detallados.
El chavismo atraviesa uno de sus peores momentos en 25 años. Maduro, en el poder desde 2013, enfrenta a una oposición que lidera en las encuestas, a pesar de la inhabilitación política de su principal figura, María Corina Machado. En su lugar, se presenta Edmundo González.
Venezuela, que solía ser una de las economías más ricas de América Latina, sufre una crisis que ha llevado a más de 7 millones de venezolanos a emigrar, muchos de ellos a Estados Unidos. Desde 2019, Estados Unidos no mantiene relaciones diplomáticas con Venezuela.
Ese año, el entonces presidente Donald Trump impuso severas sanciones al país, incluyendo un embargo al petróleo y al gas, con la intención de provocar la caída de Maduro tras unas elecciones consideradas fraudulentas. Joe Biden, sucesor de Trump, adoptó una política más abierta, reanudando el diálogo con Caracas y levantando parcialmente algunas sanciones, aunque las restableció ante incumplimientos del régimen de Maduro.
Tres escenarios
Según el Centro para América Latina Adrienne Arsht y el Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas de la Universidad Internacional de Florida, Estados Unidos debe prepararse para tres posibles escenarios:
- Maduro es declarado vencedor sin evidencia de fraude.
- Maduro se proclama ganador pese a irregularidades.
- La oposición gana las elecciones.
Michael Shifter, expresidente del Diálogo Interamericano, aconseja a Estados Unidos evitar una política centrada en el control del petróleo y la migración. En su lugar, sugiere que Estados Unidos se enfoque en ser un canal de comunicación para una eventual negociación política. Trabajar con la oposición podría ayudar a proporcionar garantías y protecciones a Maduro y a otros funcionarios del chavismo, facilitando una transición.
En caso de fraude, la presión sobre el gobierno de Biden sería enorme, especialmente en el contexto de la campaña electoral de noviembre en Estados Unidos. Podrían surgir voces pidiendo medidas drásticas, como la reimposición de todas las sanciones y la revocación de la licencia de Chevron. Sin embargo, Shifter advierte que tales medidas serían contraproducentes, empeorando la crisis humanitaria y fomentando la inmigración.
Rebecca Hanson, profesora del departamento de derecho de la Universidad de Florida, coincide en que las sanciones tienen poco impacto en las decisiones políticas de Maduro.
Coordinación con Brasil y Colombia
En caso de un fraude masivo, Shifter estima que el gobierno de Biden trabajará con Brasil y Colombia para convencer al chavismo de que tal situación no es sostenible y que los venezolanos no la aceptarán. Promover una respuesta regional liderada por Brasil y Colombia será crucial, según el memorando del Centro para América Latina Adrienne Arsht y el Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas.
Independientemente del resultado, Estados Unidos debe considerar los beneficios a largo plazo de una mayor presencia occidental en Venezuela, actualmente aliada de China, Rusia y Cuba.
En caso de victoria de la oposición, González declaró su intención de restablecer inmediatamente una relación amistosa con Estados Unidos, subrayando la absurda situación de la falta de una oficina diplomática en Washington durante más de una década.
FUENTE: Con información de AFP