¿Qué secretos oculta todavía la Capilla Sixtina de Miguel Ángel a casi cinco siglos de su culminación?
A pesar de ser el país más pequeño del mundo, uno de los mayores problemas cuando se visita el Vaticano es que no hay tiempo para verlo todo. Su arquitectura, sus esculturas y principalmente la magnánima Capilla Sixtina tienen demasiado para ofrecer, tanto que es imposible aprovecharlo todo durante una sola visita.
Por Infobae
Esta última, pensada y pintada por el artista renacentista Miguel Ángel, es la residencia oficial del papa. El fresco que cubre su bóveda representa el Juicio Final y es, tal vez, la imagen más representativa de la Santa Sede. Aunque terminó de pintarse en 1541 y fue analizada minuciosamente con el correr de los siglos, todavía conserva varios misterios.
En Los secretos ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano, libro editado por Leamos que puede descargarse gratis de Bajalibros clickeando acá, el argentino Silvio Goren se adentra en el universo del arquitecto, pintor y escultor renacentista para desentrañar los misterios detrás de su gran obra maestra.
“Siendo que los expertos no lograron descubrir ninguno de los secretos hasta la actualidad, tampoco podría pretender el espectador común percibir siquiera una pequeña parte de esta compleja y ‘engañosa’ creación. Seguramente, como turista llegará ‘agotado’ a este sitio luego de ser arrastrado en un tour por diversos países; pero aunque no fuera así, igual le toca una recorrida previa por los extraordinarios Museos Vaticanos, razón suficiente como para acumular cierto cansancio y tener saturada su percepción ante el color y las formas”, escribe el autor en la introducción, titulada “El turista ve… nada”, cuyo comienzo puede leerse al final de esta nota.
Desde la relación de Miguel Ángel con el judaísmo -la Capilla Sixtina fue diseñada y construida a imagen fidedigna del sanctasanctórum del antiguo Templo de Salomón en Jerusalén, y producida en base a los escritos del profeta Samuel en la Biblia hebrea- hasta sus alusiones a la homosexualidad, Los secretos ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano aporta un vistazo más profundo de todos estos misterios, desconocidos para los “turistas genéricos” y sus visitas guiadas.
Así empieza “Los secretos ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano”
El turista ve… nada
El turista común, de cualquier parte del mundo, normalmente llega al Vaticano arrastrado por una cultura de superficialidad. Y el papel de las agencias de viaje es trasladar a los contingentes de un lado a otro, con tiempos acotados y sumando el cansancio físico que finalmente contribuirá a impedir el disfrute de la consustanciación; término que implica tener los sentidos limpios y abiertos para percibir la creación de un artista en la mayor profundidad.
Una de las grandes enseñanzas de mi Maestro Juan Corradini indicaba que “si fueras a viajar y visitar un Museo, debes reservarte el día para estudiar la creación de un solo autor”. La sugerencia no implicaba una “obsesión profesional de restaurador”, sino la precaución para poder “ver” realmente las obras en profundidad, sin ser impulsado a un recorrido continuo a través de las salas, plagadas de estilos, colores y formas que la mente deja de procesar después de un corto tiempo, por simple saturación.
Cuando visité por primera vez la Capilla Sixtina, en el Vaticano, verdaderamente “pude ver” muy poco; ya que como la mayoría del público, ignoraba los secretos que había escondido Miguel Ángel durante centurias en su obra, cosa que en este libro hoy podré revelar.
Para colmo los frescos estaban aún cubiertos de un velo oscuro, producto de la acumulación ancestral del humo de las velas, la polución del medio ambiente y las viejas restauraciones que se realizaron con materiales equívocos y luego degradados por distintas causas.
Vale decir que los mensajes referidos de esta gran obra estaban ocultos y aún ignorados. Además, en esa época pre-Internet sólo contábamos con aspectos e informaciones superficiales en los libros de arte, con imágenes de mala calidad; y “la opinión” de los investigadores históricos, artísticos y religiosos; muchos de los cuales brindaron definiciones parciales o equivocadas ya que no habían podido evaluar el rico conjunto de elementos que conformaban la vida del artista, y en definitiva el producto final de su imponderable creación.
En 1980 el papa Juan Pablo II autorizó el inicio de la restauración de la bóveda de la Capilla Sixtina, que fue finalizada en 1989.
Fue en Dinamarca, en un congreso profesional de restauración que se llevó a cabo en el año 1984, donde tuve la oportunidad de participar en las discusiones que había generado esta restauración, que en nuestro medio profesional muchos definían como “riesgosa”. Esta consideración probablemente provenía de la escasez de información y el prurito que implicaba la enorme responsabilidad de intervenir, sin daño alguno, sobre una de las más importantes, admirada y reverenciada obra entre las creaciones artísticas de todos los tiempos.
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