La plantación de café de Silvio Almeida se encuentra a una altura ideal en una ladera brasileña, cuyo suelo rico en arcilla retiene perfectamente la humedad de la lluvia y de un embalse cercano.
Sin embargo, últimamente, el agua escasea en la modesta plantación de Almeida en Caconde, una localidad en una de las regiones de cultivo clave del estado de Sao Paulo. No puede hacer que su café crezca como debería.
En Brasil, el mayor productor de café del mundo, Almeida y otros agricultores han comenzado a enfrentar la peor sequía en esa nación en más de siete décadas, además de temperaturas por encima del promedio. Almeida esperaba cosechar 120 sacos de granos de café en esta temporada de cosecha, pero sólo logró obtener 100.
“Dadas las condiciones que tenemos aquí, la cosecha de 2025 ya ha resultado afectada”, dijo a The Associated Press, señalando una parte de su plantación donde los botones murieron antes de florecer. “No diría que está condenada, porque con Dios todo es posible. Pero con base en la situación, ya está en riesgo”.
La temporada de cosecha de Brasil, que termina este mes, prácticamente no tuvo cambios con respecto al año pasado, y las exportaciones aumentaron, pero la actual sequía ya ha complicado el inicio de la temporada 2025/2026, de acuerdo con un informe publicado el lunes por el Centro de Estudios Avanzados de Economía Aplicada de la facultad de agroindustria de la Universidad de Sao Paulo.
Al mismo tiempo, Vietnam, el segundo mayor productor de café del mundo, experimenta calor y sequía, lo que afecta sus cosechas. La posible escasez de suministros de ambos países ha comenzado a provocar un aumento en los precios mundiales del café, según el informe.
El mercado vigila estrechamente la forma en que las plantaciones de café de Brasil enfrentan estas condiciones climáticas adversas, que pueden evitar que las flores se desarrollen y se conviertan en frutos, o hacer que produzcan granos de baja calidad, dijo Felippe Serigati, que coordina el programa de maestría en agroindustria de la Fundación Getulio Vargas, una universidad de Sao Paulo.
“Esto podría dar como resultado una menor cosecha de café”, dijo Serigati. “Dado que el mercado tiende a anticipar estos movimientos, ya estamos viendo que el precio del café arábica en Nueva York y del robusta en Europa se comercia en niveles más altos”.
Los precios del café no han alcanzado los máximos récord que se vieron en el mundo a finales de la década de 1970, después de que una severa helada destruyó el 70 % de las plantas de café de Brasil. Sin embargo, dichos precios han aumentado en los últimos años, y ajustados según la inflación se encuentran en su punto máximo en 13 años, de acuerdo con la Organización Internacional del Café.
En agosto, el Precio Indicador Compuesto de la organización, que combina el precio de varios tipos de granos verdes de café, alcanzó un promedio de 2,38 dólares por libra, un aumento de casi un 55 % en comparación con el mismo mes del año anterior.
En parte, los precios aumentan debido a la alta demanda, particularmente en Asia. Pero el clima también impulsa los aumentos. La sequía, las heladas y el fuego han dañado hasta una quinta parte de las áreas de cultivo de los productores de café arábica en Brasil, señaló Billy Roberts, economista de alto nivel de alimentos y bebidas de CoBank, con sede en Colorado.
“No parece que vaya a mejorar mucho en el futuro próximo. Necesitarán una lluvia constante para recuperarse”, dijo.
Últimamente, incendios forestales descontrolados y provocados por los seres humanos han devastado áreas protegidas y zonas de cultivo. Uno de ellos arrasó Caconde la semana pasada.
Almeida, que también es profesor de matemáticas de una escuela pública local, ayudó a calcular el daño para una asociación regional. Calcula que, hasta ahora, los incendios han afectado 519 hectáreas (1.282 acres). La mitad se componía de bosque atlántico nativo, un 30 % de pastizales y un 15 % de plantaciones de café.
En la tierra de Almeida, 2.000 de sus 15.000 plantas quedaron calcinadas. Su vecino, João Rodrigues Martins, lo perdió todo.
Martins, de 71 años, tenía 2.500 plantas de café en una pequeña parcela, ahora totalmente ennegrecida por el hollín. El café que vende a una cooperativa local es su sustento y también sirve para pagar el tratamiento médico de su hijo.
Para los pequeños propietarios, ver años de cultivo reducidos a cenizas es algo difícil de enfrentar. La semana pasada, Martins corrió a través del fuego para salvar sus panales de miel. Hoy, busca la fortaleza para seguir adelante.
“La fe es un barco que nos ayuda a navegar por la vida”, dijo.
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