La afirmación de un nuevo libro de que el expresidente estadounidense Donald Trump podría haber sostenido hasta siete llamadas telefónicas privadas con el presidente ruso Vladímir Putin desde que salió de la Casa Blanca ha vuelto a atraer la atención a la relación entre ambos, así como en el diálogo que Trump ha sostenido con mandatarios de diversos países mientras intenta regresar al poder.
No es sorprendente en sí mismo que un expresidente conserve lazos con homólogos extranjeros. Pero este detalle, narrado en el libro “War” (Guerra) del periodista Bob Woodward, ha llamado la atención a la luz de una investigación del fiscal especial Robert Mueller durante la presidencia de Trump, que examinó los posibles vínculos entre el gobierno ruso y el equipo de campaña de Trump en 2016.
También por las críticas que Trump ha expresado más recientemente a la ayuda estadounidense a Ucrania mientras este país se defiende de una invasión rusa, declaraciones que han dejado entrever un posible cambio en la política exterior estadounidense si el candidato republicano gana las elecciones.
“Le advertiría a cualquier mandatario que no confíe en Vladímir Putin en nada”, dijo Emily Harding, quien dirigió la investigación del Comité de Inteligencia del Senado sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 y actualmente es experta en seguridad nacional en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro con sede en Washington.
La campaña de Trump y el gobierno ruso —que según funcionarios estadounidenses intenta influir en las elecciones de 2024 para asegurar una victoria de Trump— negaron las afirmaciones contenidas en el libro.
Cuando se le preguntó sobre el tema en una rueda de prensa el miércoles, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo que sería “sumamente preocupante” para el gobierno actual si llegara a demostrarse que las llamadas telefónicas entre Trump y Putin verdaderamente ocurrieron.
“No estamos al tanto de esas llamadas. Desde luego, no puedo verificar ninguna de esas llamadas desde aquí”, dijo. “Pero, si realmente es cierto, ¿nos (preocuparía)? ¿Estaríamos sumamente preocupados? Sí”.
No es ningún secreto que Trump ha sostenido diversas reuniones en el último año con destacados gobernantes mundiales: recibió al primer ministro nacionalista húngaro, Viktor Orban, y al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu; conversó en Nueva York en abril con el presidente polaco Andrzej Duda, y se reunió con Volodymyr Zelenskyy durante el viaje del presidente ucraniano a Estados Unidos el mes pasado.
Estas reuniones le ofrecen a Trump la oportunidad de destacar la diferencia en el enfoque de su política exterior del que tienen el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, candidata presidencial demócrata, y de fortalecer vínculos en caso de que logre ser reelegido. Durante la visita de Netanyahu en julio, Trump se jactó de la “gran relación” que existía entre ambos, subrayando el contraste tácito con la dinámica más tensa en la relación entre el primer ministro israelí y Biden.
Aunque esas reuniones se dieron a conocer públicamente, el libro de Woodward cita a un asesor anónimo que dice que Trump y Putin sostuvieron hasta siete llamadas privadas. Según Robert Orttung, catedrático de Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington, esto se suma a los interrogantes que se plantean desde hace tiempo sobre la relación entre ambos y lo que Trump podría estar tratando de conseguir.
Durante su mandato, “nunca entendimos realmente por qué Putin le caía tan bien y por qué estaba tratando de desarrollar una relación tan estrecha con alguien que es claramente un adversario y está en contra de todo lo que Estados Unidos representa”, dijo Orttung.
Algunas afirmaciones sobre los presuntos vínculos entre Trump y aliados y Rusia han resultado exageradas o se han desvanecido con el tiempo, pero el tema ha seguido bajo el escrutinio público, incluso después de que Trump dejara el cargo.
El FBI y Mueller pasaron varios años investigando si el gobierno ruso se había coludido con el equipo de campaña de Trump en 2016 para incidir en el resultado de las elecciones. Aunque los investigadores no dijeron que se haya tratado de un complot criminal, sí descubrieron que el equipo de campaña de Trump activamente agradeció la ayuda de Moscú durante los comicios y que el gobierno ruso percibió que se beneficiaría si Trump ganaba.
En 2018, tras reunirse con Putin en Helsinki, de manera memorable Trump cuestionó públicamente la conclusión de sus propias agencias de inteligencia de que Rusia se había entrometido en las elecciones estadounidenses.
“Tengo gran confianza en mi personal de inteligencia, pero les diré a ustedes que el presidente Putin fue extremadamente firme y enérgico en su desmentido de hoy”, dijo Trump en esa época. Y agregó: “Simplemente dijo que no fue Rusia. Yo diré esto: no veo ninguna razón de por qué lo sería”.
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