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Carlos Giraldo es estudiante colombiano de Ingeniería de Sistemas y, aunque anhela graduarse y conseguir un empleo, dice que “es difícil” porque los requerimientos que se le piden actualmente a los jóvenes son muy estrictos para poder trabajar.
La de Carlos es cada vez más una realidad común entre la población joven de América Latina, según un estudio reciente.
“Actualmente, veo que es una alternativa muy usada, la de los Rappi, personas que hacen viajes en sus propios vehículos. Veo que es una alternativa más fácil que entrar el empleo formal”, contó el muchacho en conversación con la Voz de América.
Un estudio divulgado el viernes por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la organización Ayuda en Acción señala que, en promedio, los jóvenes de América Latina presentan mayores tasas de desocupación que los adultos.
En 2022, la tasa de desocupación para los jóvenes entre los 15 y 24 años de edad se registró en 17,2 %, mientras que entre los 25 a 34 fue de 7,8 %, entre los 35 y 44 del 5,1% y para los de 35 o más fue del 4,0 %.
La duración de la desocupación “ha aumentado durante los últimos años y, en general, las mujeres jóvenes se demoran más que sus pares masculinos en encontrar trabajo”.
Más tiempo desocupados
En 2012, 79 % de las mujeres jóvenes se demoraba menos de seis meses en encontrar empleo, cifra que disminuyó casi siete puntos porcentuales en 2022, producto principalmente del aumento de la desocupación con duración mayor a 12 meses.
En el caso de los hombres jóvenes, un 84 % se demoraba menos de seis meses en encontrar empleo en 2012, cayendo cuatro puntos en 2022. El aumento de la desocupación con duración mayor a 12 meses aumentó tres puntos porcentuales.
Según explicó Andrés Espejo, oficial de Asuntos Económicos de la CEPAL a la VOA, «las mujeres jóvenes son las más educadas, pero aún así, cuando uno ve las tasas de participación en el mercado laboral y el tipo de empleos al que pueden acceder siempre son mucho más precarios y tasas más elevadas de desocupación o de personas fuera del mercado laboral, que son mujeres».
Por otro lado, en América Latina, uno de cada cuatro jóvenes de 18 a 24 años no estudia ni trabaja de manera remunerada y, entre ellos, más del 70 % son mujeres dedicadas exclusivamente a los cuidados del hogar.
Los hallazgos también señalan que el 20 % de los jóvenes entres 15 y 29 años de edad reciben ingresos laborales menores a la línea de pobreza, y el 30 % gana menos que el salario mínimo nacional.
Cambios en 2030
El estudio también halló que el 70 % de la juventud ocupada en América Latina en 2030 trabajará en el sector de servicios y las empresas.
Los resultados indican que, en 16 países de la región, más de 12 millones dejaría el sector agrícola, cerca de 640.000 abandonarían el sector manufacturero y más 1,8, entonces, ingresarían al sector servicios que, según la CEPAL, se caracteriza por bajos niveles de productividad laboral.
Para Espejo, “no es que sea preocupante por sí solo el sector servicios, sino es que, si los jóvenes siguen viéndolo como una oportunidad de poder entrar en algún momento en ese sector, van a aumentar la precarización de ese sector”.
Encontrar el futuro
María Isabel Cerón, directora de asuntos institucionales de Ayuda en Acción de Colombia, dijo a la VOA que en el sector comercial “las condiciones laborales no son tan dignas ni tan estables como en los otros sectores” y la región debe “lograr que estos jóvenes encuentren su futuro y generen desarrollo en las zonas rurales que tanto lo necesitan”.
Las cifras, incluso, podrían aumentar debido a la intensificación de los desplazamientos por el cambio climático y la configuración de la migración entre regiones. Es decir, los fenómenos naturales podrían obligar a los jóvenes a moverse a las ciudades en búsqueda de oportunidades. Se estima que, en 2050, de no implementarse las medidas necesarias, la región podría experimentar una pérdida cercana a los 43 millones de puestos de trabajo.
Se pronostica asimismo que los costos económicos del cambio climático en la región, en ese año, podrían representar entre el 1,5 % y el 5 % del PIB regional.
Tanto la CEPAL como Ayuda en Acción señalan que el estudio pretende ser un aporte para cambios futuros y recomiendan implementar programas orientados a reducir la tasa de informalidad laboral, generar empleos de calidad y protección social. Además, es positivo para ayudar a reducir las brechas de género, fortalecer los sistemas de información laboral e invertir en educación y formación.
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