El Hospital Municipal Raphael de Paula Souza atiende a pacientes con síntomas de dengue en Río de Janeiro en febrero. (Mauro Pimentel/AFP/Getty Images)
Los pacientes yacen inmóviles en la sala de espera, gimiendo pidiendo ayuda. Búsqueda desesperada de una cama libre en el hospital. Discusiones en urgencias por la medicación.
Marina Dias y Terrence McCoy
Desde los días más oscuros de la pandemia de covid-19, cuando los sistemas hospitalarios de todo el país se rompieron bajo el peso de la enfermedad, Brasil no había sido testigo de escenas semejantes. Pero esta vez no es el coronavirus lo que ha llevado a los estados de todo el país a declarar el estado de emergencia e incluso ha impulsado la construcción de un hospital de campaña en Brasilia, la capital del país.
Es el dengue.
La enfermedad está arrasando gran parte de Sudamérica, donde los científicos afirman que el aumento de las temperaturas debido al cambio climático ha ampliado el área de distribución territorial del mosquito que transmite el dengue y ha incrementado su proliferación.
En los dos primeros meses de este año, Paraguay registró casi 100.000 casos sospechosos, más de cinco veces la tasa habitual. Perú, asolado por su propio brote, ha declarado la emergencia en gran parte del país. En Argentina también se ha producido una explosión de casos.
Pero la enfermedad ha surgido con especial virulencia en Brasil, donde los epidemiólogos esperan que el número de casos de dengue alcance los millones -más del doble del récord anterior- y pueda matar a miles de personas.
Según los epidemiólogos, el agravamiento de la crisis de salud pública sirve de advertencia al mundo. La lucha contra la enfermedad ha entrado en una nueva fase impredecible y peligrosa. El dengue se está introduciendo en lugares donde nunca antes había llegado. Y en los lugares donde ya ha estado, el número de casos se está disparando a niveles nunca vistos.
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