LA HABANA. – Solo las incesantes lluvias y rachas de vientos de hasta 40 kilómetros por hora pudieron paralizar, de momento, el plan de escapar de Cuba en una rústica embarcación a un grupo de 18 personas cuya intención es radicarse en la Florida.
Llamémosle Yadiel, tiene 29 años y es el organizador de la peligrosa travesía. Preparar una salida ilegal por vía marítima es una historia de larga data para los cubanos. Cuenta que lo primero es ponerse de acuerdo con varios amigos. “Vivo en un lugar donde solo se habla de las opciones para largarte de esta locura, de esta vida de mierda, con apagones de diez a doce horas diarias, sin comida y sin futuro».
Según Yadiel, quienes tienen padres, hermanos y parientes en Estados Unidos son privilegiados. «No tienen que desesperarse, pueden ser reclamados por reunificación familiar. Te puedes demorar tres o cuatro años, pero te vas legal, montado en un avión. Luego están los que tienen aprobado el parole humanitario y en algún momento se marcharán. Hay otro grupo que tiene mucho dinero y pueden costear la travesía por Nicaragua o México o consiguen un contrato de trabajo en el extranjero y van ahorrando dinero para luego emprender el viaje a Estados Unidos”.
Qué se avecina
“Lo que pasa es que las normas migratorias en Estados Unidos son muy cambiantes, dependen del presidente de turno. Si en noviembre gana Trump será muy complicado entrar por la frontera con México. Entrar ilegal es una opción, pero ya se comenta que los cubanos tendrán que justificar el puerto de entrada cuando quieran acogerse a la Ley de Ajuste. Los que no tienen dinero ni familiares tienen que probar suerte como balseros”.
Un amigo de Yadiel vendió una vieja moto MZ fabricada en la desaparecida Alemania comunista y con ese dinero “compramos un motor de Toyota nuevo de paquete. El otro paso es cuadrar con las personas para que pongan dinero y construir un bote lo más seguro posible. Cuando tenemos el cupo de pasajeros, y si cuentas con dólares suficientes, se coordina con amistades en la Florida, para que nos tiren un cabo. Con una embarcación te pueden remolcar hasta un cayerío cercano, siempre en territorio estadounidense. El problema son los guardacostas americanos. De cada diez viajes, interceptan ocho o nueve. Es rifársela. Pero no tenemos otra opción”, explica Yadiel.
“Cuando te interceptan, te deportan a Cuba y las autoridades te ponen una multa y te sueltan. Pero la gente siempre vuelve a intentarlo. Conozco personas que se han tirado al mar seis o siete veces. Es como una ruleta rusa. Lo que en vez de morir por una bala puede devorarte un tiburón en el Estrecho de la Florida. Los cubanos estamos tan frustrados que nos da igual”, confiesa Yadiel.
No hay cifras exactas de balseros cubanos que han muerto en esas travesías. Probablemente sean miles. El éxodo en Cuba se acrecentó a partir de 1959 con la llegada al poder del dictador Fidel Castro. En los últimos 65 años, más de tres millones de cubanos han saltado las cercas del totalitarismo. Se marchan del país por tierra, aire o mar. Son asombrosas las historias.
Una cubana escapó del manicomio ideológico dentro de un cajón de envío postal. Un grupo de balseros adaptó un camión Ford de los años 50 como embarcación marítima. Otros han huidos en tabla de surf, alas plegables, incluso a nado. La obsesión por largarse del supuesto ‘paraíso de obreros y campesino’ ha provocado el secuestren embarcaciones y aviones. Pilotos de guerra han desertado a bordo de un Mig-21, un helicóptero de la era soviética o una nave de fumigar campos de arroz.
Cientos de médicos, ingenieros y otros profesionales escaparon en misiones oficiales. Igual que muchos deportistas. Casi dos mil peloteros se han marchado de la Isla en los últimos 35 años. Comenzó con un goteo, ahora las fugas son un chorro.
El éxodo en Cuba es cíclico. Comenzó en la década de 1960 con la emigración por Caimanera, después la Operación Pedro Pan, el Mariel en 1980 y la crisis de los balseros en 1994. Esas migraciones fluctuaron entre 30.000 y 125.000 personas.
La actual estampida es un auténtico drama. Entre el otoño de 2021 y el verano de 2024 se han marchado más de 850.000 cubanos. La cifra revela una caída poblacional del 18%. Una bomba demográfica. Analistas opinan que el 95 por ciento de los que han emigrado son niños, jóvenes y adultos en edades laborales y económicamente activos. Esos datos no incluyen a los cerca de 40.000 cubanos beneficiados en los últimos dos años por reunificación familiar ni aquellos que han migrado legalmente a Estados Unidos con otros tipos de visados. Tampoco a los 36.574 cubanos que pidieron refugio en México entre 2022 y 2024, ni los 22.000 que ingresaron a Uruguay y otros miles que llegaron a Chile, Brasil y Perú.
Carlos, sociólogo, considera que “la comunidad cubana ha crecido en todos los países de la región. Ya sea en el Caribe, Centroamérica, América del Norte o Sudamérica. Incluso en lugares tan peligrosos como Haití, los residentes cubanos se habían triplicado en los últimos años. En Europa sucede lo mismo. Encuentras cubanos en Rusia, Serbia, Eslovaquia, Suecia, Noruega, Albania. La comunidad nuestra en España ha crecido hasta más de 100.000 personas, sin contar los miles que son ilegales”.
Marlon llegó a España hace siete años. “En 2017 mi esposa y yo pagamos un tour a Italia. La estancia era de una semana y costaba el equivalente a 8.000 dólares incluyendo los boletos aéreos. A la semana nos fuimos en tren rumbo a Barcelona. Posteriormente nos trasladamos a Madrid. Mi esposa ya tiene los papeles, yo todavía no, aunque tengo un trabajo fijo de mesero. Como nosotros, miles de cubanos aprovechan cualquier posibilidad para emigrar”.
Desde el deshielo
El sociólogo Carlos afirma que las “crisis migratorias en Cuba han sido sostenidas, pero hay momentos donde existen picos más altos. Cada año se marchan, legales o ilegales, miles de compatriotas. Es un error considerar que la actual crisis comenzó en 2021. Arrancó en 2015, en plena luna de miel con la doctrina Obama, porque muchos cubanos no se tragaron el cuento del deshielo. Entre 2015 y 2017 emigraron más de 60.000 personas”.
Alcides se dedica a importar mercaderías de México y Panamá y cuenta “que un segmento de cubanos, quizás de diez a quince mil personas, ganan dinero importando pacotillas, medicamentos y electrodomésticos por encargos. Con todas esas prohibiciones que ha decretado el gobierno, la mayoría se va a quedar en el extranjero”-
Precisamente la cruzada emprendida por el régimen ha provocado que emprendedores como Nicolás, propietario de un bodegón al sur de La Habana, considere la posibilidad de emigrar definitivamente del país. “Con el alza de impuestos, precios topados, pagar las importaciones en divisas, entre otras normativas que limitan al sector privado, lo más probable es que muy pronto arranque una nueva oleada migratoria. Esas medidas no me cogieron de sorpresa. Sé del palo que cojea el gobierno. Si siguen trancando el dominó me largo. Tengo visa de Estados Unidos”.
De un manotazo
Irina, dueña de una peluquería, está convencida de que “siempre hay que tener un plan B. Es habitual que el gobierno, al principio, utilice al sector privado para su conveniencia, pero cuando les molesta, te apartan de un manotazo. Si no tienes una visa en cualquier otro país y una cuenta de banco en el exterior, corres el riesgo de que te decomisen el dinero. O que te metan preso por cualquier motivo. En este país nada es completamente legal”.
Juan Carlos Albizu-Campo, economista y demógrafo, publicó un estudio donde aseguró que en la Isla viven actualmente 8,62 millones de una población de once millones, como indicaba la dictadura. Para jóvenes como Yadiel, Cuba es un estorbo. No le importa si mañana muere Raúl Castro o en el país aterriza la democracia. “Aquí no hay futuro. La nación hay que construirla desde los cimientos y conmigo no cuenten”. Emigrar es su única opción.