CARACAS.- Las madres desesperadas de casi una decena de jóvenes acusados de presunto terrorismo en Venezuela claman por su libertad, tras casi dos meses de su detención por haberse manifestado contra el fraude electoral cometido por el régimen de Nicolás Maduro el pasado 28 de julio.
Al grito de “¡nuestros hijos no son terroristas, son inocentes!”, las madres de ocho jóvenes recluidos en un centro de detención del oeste de Caracas se apostaron a las puertas de la fiscalía general para entregar una carta en la que pedían que sus hijos sean excarcelados y que sus casos no queden en el olvido.
Tras las elecciones del 28 de julio, en las que Maduro fue declarado ganador sin darse a conocer las actas de votación hasta ahora, se sucedieron varias protestas que reclamaban transparencia y la victoria del entonces candidato opositor Edmundo González. A raíz de las manifestaciones, más de 1.700 personas fueron detenidas con cargos por terrorismo.
Neryda Ruiz, la madre de unos de los detenidos de 16 años, Ángel Moisés Ramírez, fue a verlo el viernes —un día después de la protesta junto a otras madres que lloraban desconsoladas— como suele hacer cada semana. Ella, como las otras madres, asegura que su hijo fue apresado de forma arbitraria el 31 de julio. Recuerda que Ángel estaba cocinando una arepa –una especie de pan de maíz– en su humilde casa en El Valle, una barriada pobre del suroeste de Caracas, cuando funcionarios de las fuerzas de seguridad irrumpieron preguntando por el robo de una motocicleta.
Luego de revisar el teléfono móvil de Ángel y de su tía de 43 años, Marelys Ruiz -que vive en la habitación de al lado-, se lo llevaron detenido.
“Como madre en cada visita uno se alegra de verlo, pero en el momento que dicen ‘se acabó la visita’, uno se pone triste de dejarlo allí nuevamente”, comentó. “Cada vez que lo veo me lleno de ánimo para seguir la lucha”.
Un vídeo compartido en las redes sociales tras la detención, mostraba a Ángel con un chaleco antibalas y una máscara, siendo bajado por los funcionarios a través de las estrechas escaleras que dan acceso a las precarias viviendas apiñadas en las laderas de las montañas.
El vídeo tenía música tecno y aparecía un mensaje en pantalla: “Operación TunTun (la policía toca a su puerta). Sin lloradera”.
Como muchos otros detenidos, Ángel fue apresado por las fuerzas de seguridad sin orden judicial y permanece encarcelado desde entonces. Luego le fueron sumando cargos relacionados con las protestas poselectorales.
Desde las elecciones presidenciales del 28 de julio, las fuerzas de seguridad capturaron a más de 2.400 personas. De ellas permanecen detenidas 1.723, de las que 68 son adolescentes, según el grupo local de derechos humanos Foro Penal. A principios de septiembre, 86 adolescentes fueron liberados, indicó Foro Penal, recientemente.
La oleada de detenciones, fomentada por el propio Maduro, no tiene precedentes y a este ritmo superará con mucho los arrestos durante masivas protestas callejeras en años anteriores contra la oposición a Maduro.
Entre los afectados hay periodistas, líderes políticos, personal de campaña y un abogado que defendía a manifestantes. Otros han visto anulados sus pasaportes venezolanos cuando intentaban salir del país.
Neryda trabaja como cajera en un comercio en el este de Caracas, al otro extremo de la capital venezolana, y su vida no ha vuelto a ser la misma desde aquella mañana. Durante casi dos meses ha recorrido los tres centros de detención donde Ángel ha estado recluido.
Lo visita los martes y viernes y no aguanta el llanto cuando recuerda las conversaciones con su hijo. “Mamá, sé que el tiempo de Dios es perfecto, sé que me ayudará a salir de aquí”, recuerda Neryda, destacando que su hijo le dice que está cansado de estar encerrado y teme perder el año escolar próximo a comenzar.
Ángel está acusado de los presuntos delitos de incitación al odio, terrorismo y resistirse gravemente a la autoridad o a sus agentes en el ejercicio de sus funciones. En su casa, desempeñaba un papel fundamental. Cuidaba de dos pequeños mientras su madre y su tía iban a trabajar. El hijo menor de Neryda cumple 2 años en noviembre y la hija pequeña de Marelys, tiene 4 años.
“Estamos desesperadas», dicen algunas de las madres. Para ellas, ya es hora de pasar la página con el tema de las cuestionadas elecciones, pero “no se puede pasar la página con tantas personas detenidas”, matiza la madre de Ángel.
FUENTE: Con información de AP